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En el salón "Viñuela", con una notable concurrencia de público de todas las edades, pero para destacar la presencia de niños y adolescentes, además de los adultos, el Club de Remeros Mercedes presentó charla a cargo de Roy Harley, uno de los 16 sobrevivientes de la tragedia de Los Andes, una charla motivacional sobre resiliencia, donde Roy compartió su increíble historia y el valioso mensaje que transmitió a la concurrencia.
PLANTEO DE LA CHARLA
"Es un gusto estar con ustedes acá compartiendo mi historia. Mi nombre es Roy Harley. Yo soy uno de los 16 sobrevivientes de aquella historia impresionante que hace 53 años sucedió. Y para mí es un gusto poder estar con todos ustedes acá.
Estoy casado con Cecilia, que está por acá. Tenemos tres hijos, siete nietos y soy ingeniero.
Terminé la carrera, me recibí de ingeniero industrial mecánico, ahora me dedico a compartir con la gente la historia esta muy linda.
Ustedes saben que estoy asombrado de lo que ha causado todo esta historia ahora, en este tiempo, después de La Sociedad de las Nieves, que supongo que todos la deben haber visto.
Y hablaba con Bayona hace poco. Yo decía que es impresionante lo que ha causado esta película. ¿Por qué? ¿Qué es lo que está sucediendo? Ustedes saben que La Sociedad de las Nieves, en la plataforma Netflix, tiene 200 millones de horas vistas. Tiene 54 millones de visualizaciones. Batió récords en la plataforma de todas las películas de habla hispana y en todos los idiomas, es la segunda o la tercera. Es impresionante.
Y Bayona me decía, Roy, lo que pasa es que la gente, y más la juventud de hoy en día, necesitan historias inspiradoras y más historias reales.
Y esta historia nuestra es una historia real y además muy inspiradora. Y es lo que yo espero que ustedes puedan inspirarse y ver todo lo que fue aquella película.
Para empezar, yo voy a explicar cómo va a ser la charla mía hoy. Yo voy a empezar con la historia, más o menos unos 40 minutos, tengo que resumir, lo que fueron 73 días que vivimos.
Y voy a tratar de hacer énfasis en los principales hitos de toda esa historia. Y después de eso, yo voy a compartir con ustedes los aprendizajes. ¿Qué son los aprendizajes? Nosotros en La Cordillera éramos un grupo humano trabajando para un objetivo que era salir de ese infierno.
Y yo vi que todo lo que vivimos ahí en la montaña, después en mi vida profesional, en la empresa que trabajaba, que eran grupos humanos trabajando para lograr objetivos, se daban las mismas cosas. Entonces aquí voy a compartir con ustedes esos aprendizajes que ya les digo, no son grandes frases, sino son cosas simples del día a día que vamos a estar charlando. Después de eso, de los aprendizajes, vamos a hacer preguntas.
Así que mientras esté hablando de la charla, si a alguno le supe una duda, me quiere hacer una pregunta, con mucho gusto yo la contesto. Me gusta mucho que me hagan preguntas. No más de tres o cuatro, según me ayude con el tiempo.
Y después de eso, hacemos el cierre. Así que vamos adelante con la historia".
LA HISTORIA
"Como yo decía, yo en el año 72 tenía 20 años y teníamos un cuadro de rugby que jugaba con algunos amigos.
Acá tienen algunos amigos del rugby también. Era un cuadro de exalumnos y normalmente una vez por año hacíamos un viaje al exterior. Siempre íbamos a Argentina.
Argentina tiene mucho rugby, que nos quedaba muy cerca. Y en el año 71 habíamos ido a Chile, habíamos pasado muy bien. Chile estaba muy barato para nosotros.
Estaba como Argentina ahora, o como fue hace unos años atrás. Y entonces era muy conveniente. En el año 72 resolvimos repetir eso.
Rentamos un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya. El avión tenía 45 pasajeros. El cuadro de rugby son unas 22 personas. Por lo cual necesitamos una cantidad de gente que no eran jugadores, que teníamos que llenarlos para poder solventar el costo del avión. Y allá un 12 de octubre salimos tempranito en la mañana. Era mi primer viaje en avión.
Yo nunca había volado en un viaje, no había salido del Uruguay, volaban pequeñas avionetas por acá adentro. Pero nunca había hecho un viaje al exterior. Además ese viaje me lo había solventado yo. Trabajaba, hacía cobranzas de una revista.
Por lo cual yo estaba muy entusiasmado, muy contento con ese viaje. Era mi primer viaje y salimos el 12 de octubre en una mañana fría como la de hoy. Y volamos dos horas y cuando estábamos llegando a Mendoza el piloto nos comunica que había una gran tormenta sobre la montaña y que ese avión que viajábamos nosotros estaba limitado en la altura.
No podía cruzar la cordillera por la tormenta que había, íbamos a tener que parar en Mendoza, paramos en Mendoza.
Ahí el piloto no sabía muy bien qué hacer. Si volver a Montevideo o esperar un día y ver si mejoraban las condiciones del clima para poder cruzar la cordillera. Y yo en ese momento me sentía la persona más desafortunada.
Decía, qué mala suerte que tengo en mi primer viaje en avión. Ya me sale mal esto, no podemos llegar. Me perdía cuatro días de viaje.
Ya nos perdíamos un día de estar en Santiago divirtiéndonos. Y yo ya les digo, sentía una sensación rara de frustración, de mala suerte.
A la mañana siguiente nos encontramos todos en el aeropuerto. Seguía la tormenta, no había mejorado. El piloto buscaba alternativas. Hasta que en un momento nos plantea podemos viajar paralelo a la cordillera, hacia el sur.
Unos 150, 200 kilómetros. Y ahí hay un paso más bajo que une las ciudades de Malargüe en Argentina y Curicó en Chile. Y en ese paso este tipo de aviones pueden cruzar.
Le dijimos que sí, que vamos adelante. Salimos, volamos una hora y media. Y en un momento el piloto nos indica empezamos el cruce, llegamos a Malargüe, empezamos el cruce de la cordillera. Ponganse los cinturones, todo el mundo sentado, no se pueden mover. Ni bien iniciamos el cruce, el avión se mete entre las nubes, no se veía nada por la ventanilla. Todo divertido, todo bien.
Viajamos unos 15, 20 minutos o más. Y en un momento sentimos que el avión tuerce, se tuerce y empieza a descender. Cuando venís llegando al aeropuerto que sentís como una inercia, que te vas para adelante, que se frena el avión, empezamos a descender.
Un amigo mío que venía, que ya había ido otras veces, me decía que ya estamos llegando y en cualquier momento aparece Santiago, aterrizamos en el puerto de Santiago.
Empezamos a bajar, a bajar, a bajar. De repente empieza a sacudirse el avión, se empieza a mover cada vez más.
Y en un momento agarramos un pozo de aire que bajamos más de 600 metros, el avión crujió, parecía que se partía. Un golpazo. Ahí nos quedamos todos callados, yo no entendía nada.
Le pregunto a este amigo mío, le decía que nadie sabe nada, todo el mundo ya callado, no hacíamos chistes. Y en un momento miro por la ventanilla y a 15, 20 metros de la punta del ala veo pasar rocas y nieve. Qué raro, le digo a este chico que ya había hecho otros cruces.
Normal, sí, sí. Lo que pasa es que íbamos en un callejón, como en una especie de canal, que estaba aterrizando en medio de la localidad de los Andes. El avión se cruzó, el avión seguía con los motores bajos y seguía descendiendo".
EL AVION SE PARTIO EN LA FILA 16 Y VIVI EL INFIERNO EN LA CORDILLERA
"Y en un momento, en un segundo, sentimos que el avión perdía potencia, los ruidos de los motores que se aceleraban a fondo y que el avión intentaba levantar la trompa. Y ahí vino el impacto. El impacto fue terrible.
Se partió en la fila 16, el avión se parte, todo lo que había de la fila 16 para atrás desaparece. Yo iba en la fila 12 y todos los asientos en ese impacto que pega el avión, se arrancan del piso, vuelan con nosotros atados a los asientos. Además, al cortarse del piso quedaban las patas de los asientos como cuchillos filosos.
Entonces, imagínense esa masa de asientos que iba llegando contra la mampara del piloto y esos cuchillos. Muchos de los chicos fueron lastimados, heridos por las puntas filosas de las patas de los asientos. Pero el avión sentíamos que se iba deslizando y el avión no se había detenido.
En un momento empezó a entrar nieve por los agujeros que tenía el avión y entraba nieve, un silbido y no se detenía más. Todos esperábamos el golpe, el golpe contra una montaña, contra una roca que explotara todo. Y en un momento se detiene el avión y llegan todos los asientos adelante y se acomodan en una fila, en una cosa.
Yo veo que mi asiento estaba llegando, trataba de soltarme el cinturón porque venía atado de vuelta. Cuando logro el impacto, logro pararme y me queda un pie apretado. Ahí me viene la desesperación.
Yo pensé que se prendía fuego, que explotaba. Sentía las manos por abajo de nuestros compañeros. Hay un chico abajo que me apretaba la pierna y entró esa masa de hierros retorcidos.
Yo quería salir de ahí rápidamente. Tenía el pie atracado, no podía. Y en un momento dije me arranco la pierna pero de acá salgo.
Y pegué el tirón. Y cuando pego ese tirón siento que se me sale el zapato. Y ahí me viene una desesperación.
Ustedes me dirán, este loco, ¿por qué nos pone esta pérdida de un zapato? Porque ahí les demuestro que mi mente no ha ido a la misma velocidad de los acontecimientos. O sea, yo estaba desesperado porque perdía un zapato. Me había comprado unos zapatitos nuevos para ir a Chile.
Pero no me daba cuenta lo que nos acababa de suceder. Que el avión se había estrellado en la media de la cordillera de los Andes a 4.000 metros de altura. Y que en ese momento ya había 18 chicos muertos.
Salgo afuera y me encuentro un desastre. La nieve, el frío. Chicos que le faltaban miembros.
Sangre por todos lados. Gente que se quejaba. Yo miraba y no podía creer lo que estaba viviendo.
No podía creer que el avión se hubiese caído en el medio de la cordillera. Un frío terrible. Yo estaba de camisa como estoy ahora.
El frío era terrible. Serían las 5 de la tarde. Y ahí te pasa una cosa que, debo decir, no puede ser esto. Yo estoy viviendo un sueño. Estoy soñando. No se puede haber caído el avión.
Y otra cosa que te pasa es, con ese nivel de ansiedad que tenés, el tiempo pasa más rápido de lo normal. Muy, muy rápido se hizo de noche. Se puso el sol y se vino un frío terrible que nos mataba afuera. Nos metimos adentro del avión. Entre los fierros retorcidos. Entre los heridos. Entre los muertos. Todos empezamos a apretarnos para protegernos del frío. El viento. La nieve que volaba. Yo quedé más bien en la parte final del avión. Dormí abrazado.
La única forma de sacarte el frío era abrazarte a otra persona y golpearte. Muy, muy abrazado. Tratando de hacer que pasaran los minutos de esa noche que fue interminable.
Esa noche que, además, como había una tormenta de nieve y muchas nubes, no se veía absolutamente nada. En la oscuridad total. Gritos.
Lamentos. Gente que gritaba. Estaba una mujer que gritaba muchísimo.
El piloto pasó toda la noche gritando. Pasamos Curicó. Pasamos Curicó.
Yo siempre digo que si el infierno existe yo, esa noche, viví el infierno en la Cordillera de los Andes. Te puedo asegurar que fue algo terrible.
Amanece. Por suerte la tormenta se había ido. Había mucho frío. Había mucho viento.
Pero había sol que nos alentaba. Fuimos afuera y empezaba a entender quiénes eran los heridos, quiénes eran los muertos. Ayudar a los heridos en lo que podíamos.
Imagínense yo tenía 20 años y había chicos que estudiaban Medicina que también tenían 20 años. Estábamos en primero de la Facultad. Ninguno sabía nada.
Yo nunca había visto nieve. Nunca había visto una persona muerta. No sabíamos qué hacer.
Estábamos en eso cuando de repente vimos pasar por arriba de nosotros un avión muy rápido que pasó. Y cuando en un momento movió las alas alguien gritó esa es una señal que nos vio y todos gritamos y soltamos la alegría que nos vieron, que nos van a venir a rescatar. Y nos pusimos a esperar ese rescate que nos venga a salvar, a sacar de ese infierno.
Y así nos pusimos a esperar que nos vengan a rescatar de ese infierno. Y ahí en ese momento empiezan a pasar los días. Nosotros no hacíamos mucho.
Tratamos de acomodar a todos los heridos. Encontramos algo de comida, de chocolate, lo comíamos. Igual nos rescataban en cualquier momento.
Buscando ropa para abrigarnos. Y así seguían pasando los días. Y vemos cómo empiezan a surgir los roles naturales de la gente que estaba ahí, del grupo ese.
Aparecen unos chicos que empiezan a ayudar a todos los heridos. Los poníamos en lugares muy cómodos. Si había una lastimadura grave, los vendaban con pedazos de camisa.
Pero no hacíamos mucho más que eso. A esos chicos les decíamos los doctores, que eran los que ayudaban a los heridos. Después aparecen los chicos que empiezan por nosotros.
Tenían mucha sed. Ustedes saben que a medida que subís en altura, el ser humano va subiendo en altura, perdés mucha agua por la respiración. Vieron que los montañistas siempre van hidratándose tomando agua.
Nosotros estábamos casi a 4.000 metros de altura. Empezamos a tener mucha sed. Nos dimos cuenta que no es lo mismo comer nieve que tomar agua. Comer la nieve no te saca la sed. Y es más, te da más sed porque te quema la lengua. Entonces tratábamos de derretir agua, pero la poca agua que derretíamos cuando llegaba la noche se nos congelaba.
Así que éramos 29 y los vimos en ese momento. Teníamos mucha sed y este chico pone unas chapas arriba del avión y le pone nieve y le decimos a la máquina de hacer agua. Después nos empezamos a quemar los ojos por el reflejo del sol en la nieve y cortábamos un pedazo de visera y lo poníamos en una carpeta de plástico y nos hacíamos unos lentes para protegernos del sol.
Y a ese chico que hacía todas estas cosas le decíamos el inventor. Entonces estaba el doctor, estaba el inventor. Y después aparece un chico que entra ahí en la nieve y encuentra una radio chiquita de aquellas radios de la época que habrían muchos que las conocían, las radios Spica a transitor, ese era yo".
YA NO NOS BUSCARÍAN MÁS, NOS DABAN POR MUERTOS Y EN ENERO IRÍAN A BUSCAR LOS CUERPOS
"Encontré una radio Spica. Yo estudiaba Ingeniería, pero estaba en primero de Facultad y la verdad que de radio, de electrónica y eso sabía muy poco.
Pero yo estudiaba con un chico que me había enseñado que si esa radio tú la abrís en la parte de atrás hay una cosa que se llama la ferrita, y si ahí enroscás un cable de cobre y en el otro extremo le ponés unos fierros haciendo tipo una antena, le aumentás la ganancia a la radio. Y eso yo fue lo que hice, con una navajita saqué la tapa, vi la ferrita, me fui al avión, busqué el cable más largo que pude, que es un cable que me quedaba colgando del pedazo del avión. Lo pelé, lo enrosqué, hice todas esas cosas y le pedí a un chico que aguantara la antena y me puse a escuchar la radio, se escuchaban más ruidos, la apagué, y lo dejamos.
Pero a lo largo de los días, mientras seguíamos esperando al rescate, me fui dando cuenta que cuanto más temprano prendía yo la radio se escuchaba mejor, había menos interferencias, menos ruidos. Y empecé a salir a las 7 y media, empecé a salir a las 7, empecé a salir a las 6 y media y cada vez escuchaba más cosas y los días seguían pasando y nosotros seguíamos esperando el rescate que nos viniera a salvar a todos.
Hasta que llegó el día 10, el 23 de octubre, salimos muy tempranito con mi amigo Coco, él se paraba en el medio de la nieve y me aguantaba la antena, aunque el viento soplaba y la nieve lo tapaba, quedaba todo blanco y yo iba escuchando la radio y ese día, el día 23 de octubre, escuché, sintonizamos Radio El Espectador de Montevideo, increíble, la gente no puede creer que desde allá de la Cordillera de los Andes hubiéramos recepcionado la radio El Espectador y el locutor que estaba hablando, dijo hoy, 23 de octubre, se suspende toda la búsqueda del avión uruguayos a irlo para llegar a los Andes.
Cuando dijo eso, no podía mostrarlo, llegamos al piso, lloramos, pataleamos, gritamos, desesperados, porque no nos gustaba más, yo en un momento agarré la radio y la pongo de vuelta a escuchar y dice el locutor y se estima que para fines de enero del año que viene, o primeros días de febrero, se podrán ir a buscar los restos. Nos daban por muertos, se acabó, y además la noticia venía del Uruguay, nuestro país no nos buscaba más. Ahí fue increíble para nosotros la desesperación, llantos de lamento, que hacemos ahora, nos dan por muertos, no salimos más de acá, desesperados, y entre todos esos gritos y quejas y lágrimas y demás, en un momento se escuchó un chico que dijo, y bueno, si no nos buscan más no nos importa, de aquí vamos a salir por nosotros mismos y le vamos a demostrar al mundo quienes somos y que somos capaces de ser.
Y esa frase que dijo este chico, fue increíble porque todos nos abrazamos a ella, dice que no vengan nada, no queremos que vengan, nosotros vamos a salir. Y fue increíble como el grupo pasó de estar quejándose, llorando y lamentándose a una especie de rebeldía, y todos pasamos de la inactividad, de estar esperando que otros nos vengan a rescatar, a la actividad, a la organización, al trabajo, a la motivación, era increíble.
Todos empezamos a hacer algo, los que estaban lastimados ponían nieve en la máquina de hacer agua, empezamos a limpiar el avión, a ordenarlo, nos dimos cuenta que íbamos a tener que pasar mucho tiempo ahí, cueriamos todos los asientos del avión, le sacamos el tapizado para hacernos una manta, sacamos una mampara que había, sacamos todos los muertos del avión y los pusimos en la nieve en lugar para enterrar a todos los muertos, sacamos hierros, sacamos mamparas, hicimos un tapiado de la parte rota donde se había roto el avión para no estar expuesto al frío y al viento, era un grupo humano trabajando para un objetivo, empezamos a mirar y a caminar para entender donde estábamos, como yo les decía, el piloto murió diciendo pasamos Curicó, pasamos Curicó y Curicó está en la precordillera chilena, por lo cual teníamos que estar muy cerca de Chile, todo ese grupo trabajando pero después nos empezó a pasar una cosa increíble y terrible, empezamos a dar cuenta que todos caminábamos cada vez más despacio, yo todos los días me bajaba a un punto del cinturón, estábamos débiles, no teníamos energía y así seguían pasando los días hasta que llega el día el día 12, 13 de octubre cuando nos dimos cuenta que nos moríamos, yo como les decía estábamos todos muy débiles y a mí me desesperaba el pensar que en mi casa mis padres y mis hermanos estaban llorando un hijo muerto, un hermano muerto y yo estaba vivo yo estaba vivo, yo trataba de mandarle mensaje, no lloren más a mí me dolía el sufrimiento de mis padres por lo cual yo estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para sobrevivir, nosotros estamos en un glaciar de hielos eternos lo único que había era roca y nieve no teníamos otra cosa no había raíces, no había insectos no había nada hasta ese momento nos habíamos alimentado de dos barras de chocolate y dos frasquitos de mermelada cortados en pedacitos chiquitos y nos compartíamos entre todos".
"TUVIMOS QUE TOMAR LA DECISION QUE SE TOMÓ EN LA CORDILLERA, UTILIZAR LOS CUERPOS DE NUESTROS AMIGOS COMO FUENTE DE ENERGÍA"
"Tuvimos que tomar la decisión más importante que se tomó en la cordillera que fue utilizar los cuerpos de nuestros amigos como fuente de energía y eso que yo les estoy contando es algo que a ustedes les puede parecer terrible para nosotros no fue una cosa terrible porque nosotros nos moríamos, nosotros si no hubiéramos hecho eso no estaríamos acá hoy, yo no estaría acá compartiendo la historia con ustedes como yo les decía, no me quería morir y estaba dispuesto a hacer eso o mucho más para sobrevivir.
Antes de eso hicimos un pacto entre todos los compañeros que si alguno de nosotros se moría nuestro cuerpo estaba a disposición de todo el grupo y después de ese pacto le pedimos a los doctores, a los chicos que les decíamos a los doctores que se encargaran la tarea de cortar la carne y repartirla entre todos que les puedo asegurar que no fue tarea fácil, no fue tarea fácil porque no teníamos herramientas para hacer ese trabajo y no fue tarea fácil tampoco porque en esos cuerpos que estábamos trabajando tenían cara y eran nuestros amigos pero ellos hicieron todo ese trabajo con gran valentía y ahí enseguida el grupo agarró energía y empezamos de vuelta a trabajar teníamos la energía suficiente para movernos, para hacer todas las expediciones empezamos a tratar de entender donde estábamos a movernos.
Seguíamos organizando, pensando, discutiendo para donde había que salir, si salíamos para el oeste o para el este porque además había algo que nos desconcertaba que había un valle que se iba como para el este pero nosotros pensamos que el avión pasaba Curicó, nos seguíamos metiendo en la cordillera.
Pasaban los días y llega el 29 de octubre un día muy frío nosotros todos los días tratábamos de salir del avión de hacer algo, de movernos, nos quedábamos encerrados adentro del avión, ese día salimos nos pusimos al resguardo del avión estuvimos un rato afuera haciendo cosas, moviéndonos, tratábamos de hacer agua, ahora lo podíamos hacer y muy temprano entramos de vuelta al avión, cuando entramos al avión teníamos toda una organización que tratábamos de rotarnos permanentemente en los asientos para que todo el mundo estuviera en las mismas condiciones porque si estabamos durmiendo más donde se había roto el avión estaba más frío ahí te entraba más frío y después que estabas más cerca de las mamparas de los pilotos como el avión estaba inclinado, el grupo se iba apretando en la noche y te apretaban, dormíamos, hacíamos dos trenzas, dos hileras de gente uno le ponía los pies por arriba del hombro del chico que tenía enfrente y yo le ponía los otros y eran dos hileras de personas que nos trenzabamos. Nosotros nos habíamos dado cuenta que la forma era ponernos en una trenza lo más compacta posible que no tuviera aire y después nos tapábamos con las mantas, con el tapizado yo que le conté que habíamos sacado los asientos una vez que estábamos ahí adentro, lo primero que hacíamos era rezar el rosario el rosario, era la única, la última cuerdita que nos mantenía atados a la vida porque estábamos perdidos solos en la cordillera, rezábamos en voz alta todos juntos rezando el rosario, por más que alguno no fuera muy creyente, todos rezábamos el rosario no le pedíamos que nos sacara de ahí, pero sí que nos ayudara, era algo muy emocionante sentir en el medio de la cordillera ese grupo gritando en voz alta el rosario.
Después de eso hablábamos de comida, cada uno contaba cuál era la comida más rica que se hacía en la casa de cada uno, cómo se preparaba, qué tenía y era increíble, era como drogarnos, tú veías que cuando iban contando, los ojos se te ponían brillantes y todo el mundo te escuchaba.
Después de hablar de comidas hacíamos algún chiste, alguno contaba cuento de algo que le hubiese pasado con alguna novia, con el padre de la novia y cosas de esas y después el grupo se iba parando y nos dormíamos yo me ponía una remera de algodón porque entraba nieve por los agujeros del avión y se te derretía en la cara.
Estábamos por dormirnos cuando el compañero mío que tenía enfrente mi íntimo amigo Diego me dice, él estaba durmiendo como le decían, dos hileras en la parte más alta, dura, él tenía unas lastimaduras en la espalda muy feas, no era jugador de rugby me dice Roy, no me cambias el lugar por favor no aguanto más, yo estaba en la parte más baja más cómoda y lo normal hubiese sido que yo le hubiese dicho, no te cambio nada si mañana yo voy a estar en ese lugar y tú en el otro pero no me pregunten por qué ese día yo le dije, si Diego te cambio por lo cual abrimos la manta, nos destapamos, todos nuestros compañeros gritaban, no quédense quietos que están haciendo, ahí nos dimos vuelta él se puso en la parte más baja, más cómoda y yo me quedé en la parte contra el piso duro del avión".
"UNA AVALANCHA DE NIEVE TAPA TODO EL AVION Y MUEREN OTROS OCHO COMPAÑEROS"
"Nos tapamos de vuelta y nos pusimos a dormir, estábamos por dormirnos cuando en un momento mi cabeza contra el piso del avión sentí un ruido como cuando estás en el campo y pasa una tropilla de caballos o estás en una esquina de la calle y pasa un camión muy pesado que sentís que vibra el piso yo sentí en mi cabeza una vibración rara que no entendía qué pasaba y en el segundo siguiente fue una explosión que fue una avalancha de nieve que se vino por la marca que había dejado el avión cuando se deslizó una especie de zanja, se vino deslizando una cantidad de nieve enorme, tiró abajo las mamparas y nos tapó el avión, la mitad lo llenó de nieve, pegó contra la mampara del piloto, una ola que se levantó, quedamos todos sumergidos abajo de la nieve yo me di cuenta porque sentía que algo me apretaba la cara, yo no sabía y además que la nieve te va apretando y se va compactando cada vez más yo sentía el ruido que cada segundo se compactaba y ahí yo instintivamente pegué un salto y pude sacar mi cara y ahí veo todo el avión tapado de nieve ya no había ningún compañero, no se veía nada, todo blanco el avión y quedé yo solo, ahí empiezo a hacer fuerza, me escapo porque además tenía los brazos hacia abajo, no podía zafar de eso, como un gusano hago una fuerza y logro zafar de la nieve y entre el espacio que quedaba del fuselaje y la nieve, logro salir hacia afuera y cuando miro hacia afuera, todas las montañas que conocíamos, todo lo que conocía había cambiado se ve que la cantidad de nieve que se había venido en esa avalancha fue terrible, empiezo a descargar de afuera como que intento sacar toda la nieve del avión, se me congelan los dedos me di cuenta que era una locura, entro de vuelta al avión, me meto por ese agujero que quedaba, veo algunas manos que salían, así que el agujero le trataba de estar respirando y me iba a buscar a otros por el agujero donde yo había salido, salen algunos chicos más, todos trabajando ahí arriba era una lucha contra el tiempo tratando de rescatar los máximos posibles, pero nosotros mismos cuanto más éramos afuera íbamos compactando la nieve y hacíamos que a las pestañas de momento no habían podido salir se les hiciera más difícil estábamos en ese trabajo, lucha contra el tiempo, cuando en un momento sentimos un golpe del avión y fue una segunda avalancha que vino de costado, sentimos ese golpe del avión y fue como que yo ahora en este cuarto apagara todas las luces y nos quedamos en la oscuridad total y fue en un segundo que sentimos ese golpe y quedamos en la oscuridad terrible fue una segunda avalancha que cayó mucho más que nieve y tapó el avión con 3 metros de nieve arriba del fuselaje ¿por qué le digo 3 metros? porque yo en ese momento de desesperación alguien sacó un encendedor y prendió un encendedor le gritamos no prendas eso que nos consume el oxígeno, yo me empecé a arrastrar y me fui a la cabina de los pilotos, los pilotos estaban congelados nunca los pudimos sacar porque la trompa del avión los había apretado, estaban congelados, pasé entre los pilotos que estaban duros con el sombrero, con todo eso yo sabía que una de las ventanas de la cabina de los pilotos había salido y yo metí a mi brazo con un hielo de un metro, un metro y medio tratando de hacer una chimenea de hacer un agujero para que entrara aire y no lo lograba pero cada vez que hacía esto entraba una ola de nieve y mis compañeros gritaban ¿qué estás haciendo Roy? y salía de ahí y entonces volvía con ellos adentro del avión.
Ustedes saben que la nieve es aislante térmico por lo cual el calor de nuestros cuerpos empezó a hacer que levantara la temperatura, el ambiente estaba más confortable, la temperatura estaba más cómoda pero eso hizo que empezó a chorrear y a gotear el avión y a mojarnos todos estábamos todos mojados nosotros para dormir nos sacábamos los zapatos. Tres días estuvimos encerrados dentro del avión a oscuras, no podíamos hacer agua porque no había sol, durmiendo con los ocho compañeros que murieron en el alud asfixiados, entre ellos mi mejor amigo que cinco minutos antes yo me había cambiado de lugar, la avalancha para nosotros fue terrible porque nosotros no podíamos entender por qué nos estaba pasando todo lo que nos había pasado, por qué se había caído el avión, por qué se habían muerto 18, por qué después de todo eso venía esa avalancha y nos tapaba de miedo, entonces es una cosa que no nos podíamos entender después de una de las noches, de esas tres noches que nosotros pasamos encerrados ahí adentro en ese fuselaje un chico gritó, en este grupo debe haber alguien muy malo que hizo algo muy feo y por eso Dios nos está castigando así, era terrible, la luz para nosotros fue un golpe de gracia para destruirnos, para matarnos en todo sentido. Recién el cuarto día de esa avalancha pudimos salir, la nube empezó a bajar pudimos romper ese agujero que yo les contaba, hacer una presión y ver un pedacito de cielo azul tratamos de salir afuera, como estábamos mojados el frío era terrible con el viento lo cual nos metimos de vuelta en el fuselaje y recién aquí el quinto día pudimos salir tuvimos mucho trabajo para sacar toda la nieve del avión, sacar a los ocho compañeros que ya habían muerto".
SE ENCONTRÓ LA COLA DEL AVIÓN EN UNA PRIMERA EXPEDICIÓN"
"Con el ánimo muy venido a menos de todo lo que estábamos viviendo y ahí nos dimos cuenta que estábamos en un lugar muy complicado y que nos teníamos que rápidamente organizar una expedición, no sabemos lo que era cuando la noche siguiente cada vez que se vino la tormenta y había viento y las chapas del avión se golpeaban, había unos cables que golpeaban el avión en la noche todos estábamos despiertos esperando la próxima avalancha fue un antes y un después de la avalancha nunca más pudimos dormir tranquilos empezamos a hacer expediciones y en el último día resolvimos que había que irse lo más rápido posible organizamos una expedición le dimos la mejor ropa, la mejor comida a los tres que estaban mejores físicamente y de cabeza y allá salieron caminando más bien hacia el noroeste había un valle que bajaba, es por donde hoy vamos hasta el lugar ese y salieron caminando los tres muchachos le pusimos la fuerza, van a llegar a algún lado, van a encontrar un arriero, alguien que nos rescate y caminaron y a los tres días los vimos aparecer de vuelta, para nosotros fue un golpe duro que volvieran porque quería decir que no habían logrado salir de ese infierno y cuando llegan al avión nos cuentan que habían encontrado la cola del avión, la cola donde se había partido, había volado y había caído más adelante hacia el valle ese y habían traído ropa, más cigarrillos había un chico que trabajaba en tabacalera llevaba muchos cigarrillos para los chilenos porque estaban con mucha escasez de cigarros y nos traían ropa pero venían con el tema más importante de todo, que en la cola del avión estaban las baterías del avión y entonces venían diciendo el ingeniero como me decían a mí, puede juntar la radio del avión con la batería del avión y hacer funcionar y pedir ayuda. Yo cuando me dicen eso les trato de conversar y que se den cuenta que yo no sabía nada de radio, de electrónica que de casualidad había hecho funcionar la radio chiquita Spica pero ahí todos me empiezan a decir no Roy tenés que ir abajo sos la única alternativa que tenemos de que nos rescaten, tenés que ir a la cola porque era más fácil llevar la radio del avión a la cola que traer las baterías que eran muy pesadas para el avión tenés que ir, tenés que ir hasta el avión e intentar hacer funcionar la radio yo sabía que podía bajar hasta la cola, no sabía si podía subir y eso me da mucho mucho miedo pero bueno, no tenía alternativa por lo cual sacamos la radio del avión saqué la antena del avión que estaba arriba del fuselaje una antena que es tipo un boomerang saqué el sintonizador, saqué un montón de cables y nos fuimos con una valija que hicimos una especie de trineo y allá salimos un 8 de noviembre hacia la cola con 3 compañeros más fue una salida muy linda en la mañana pensá que en la cordillera hay que caminar muy temprano porque en la nieve en la mañana temprano la nieve es dura y podés caminar pero después del mediodía empezas a enterrarte hasta las rodillas que es imposible y fuimos bajando, bajando, bajando hasta que en un momento encontramos la cola del avión. La cola estaba parada en la posición que va en el avión con el timón de arriba en la posición vertical y en las dos salidas todo rodeado de valijas rotas fue una cosa impresionante empezamos a buscar, empezamos a buscar comida, encontramos algo para comer, ropa, ropa para abrigarnos y entre esa búsqueda y mirando entre todas las valijas encuentro mi valija como la había hecho en casa yo era muy prolijito antes todas las camisitas dobladas y demás y abro la valija y ahí cuando veo todo eso me vino como instintamente entierro la cabeza mía adentro de la ropa y empiezo a respirar y vieron ustedes que todas las casas tienen un olor particular yo sentía el olor de mi casa respiraba en mi ropa y me sentía en mi casa y ahí pensaba, trataba de comunicarme con mis padres, con mis hermanos aquí estoy vivo, estoy vivo y después la cerraba, yo estuve ocho días viviendo en la cola del avión, intentando hacer funcionar la radio, durante esos ocho días tanto en la mañana como en la tarde al ir a dormir hacía ese rito de respirar en la ropa para intentar comunicarme con mi familia que realmente no llegaron los mensajes y bueno, después de estar ocho días ahí nos dimos cuenta que la radio era imposible hacer andar. Tuvimos que volver al avión, fue muy dura la vuelta al avión la bajada nos llevó unas tres horas, volver al avión de vuelta nos llevó como más de siete, ocho horas, diez horas llegamos de noche al avión cuando llegamos nos enteramos que dos chicos más habían muerto, se habían muerto de desesperación, de frío, de debilidad y ahí fue cuando resolvimos que teníamos que hacer lo único que teníamos seguro.
"Y SALE LA EXPEDICIÓN FINAL PARA CAMINAR CON EL JURAMENTO DE HACERLO HASTA MORIR... PERO AL FIN SUPERARON LA CORDILLERA CAMINANDO"
"Este conocimiento en ese momento era que si caminaban para el oeste, para el oeste estaba Chile pero para el oeste mirábamos y había una montaña de nieve que era una especie de pared blanca que se veía impresionante y ahí preparamos al mismo grupo que habían salido de vuelta, dándoles doble ración de comida, dándoles mejores abrigos y mejores lugares para descansar y allá un 10 de diciembre salimos muy muy temprano en la mañana para despedirnos, para darles ánimo nosotros habíamos traído de la cola del avión el aislante térmico de los ductos de ventilación, habíamos cortado una especie de mantas y la habíamos traído y habíamos cosido todo eso hemos hecho una especie de sleeping bag, de sobredormir porque ellos iban a tener que dormir a la intemperie en la nieve y eso los iba a proteger, hicimos pantalones vaqueros le hacíamos un nudo en los pies y en las piernas metíamos pedazos de carne para que los llevara tipo mochila que llevaban en la expedición y Parrado llevaba un rollo de sobre dormir arriba y ahí ya todos juntos de mañana a las 6 de la mañana le dímos ánimo, lo van a lograr lo van a poder y ellos salieron caminando y cuando caminas en la nieve hace un ruido que cruje la nieve y ahí se iban a alejar y nosotros le íbamos dando ánimo cuando en un momento unos pocos metros habían caminado Parrado se detiene, Parrado era el que tenía más fuerza, tenía más energía y además Parrado se le hubía muerto la madre y la hermana en el accidente y Parrado no quería dejar al padre solo, Parrado quería llegar y quería llegar a encontrarse con su padre Parrado no tenía fuerza de músculo tenía fuerza de cabeza que es mucho más importante que la fuerza de los músculos y en un momento Fernando se detiene y se viene hacia nosotros y nosotros decimos, este se arrepintió se aborta toda la expedición y cuando llega nos mira a los ojos y nos dice muchachos, si llegado el momento ustedes tienen que usar el cuerpo de mi madre y de mi hermana, yo los autorizo. Les hago este cuento porque es realmente impresionante lo de Nando en realidad no nos estaba autorizando, nos estaba sacando la mochila de encima por si llegaba ese momento, ahí le dijimos, no Nando no va a ser necesario ustedes lo van a lograr nos abrazamos todos y salieron caminando, caminaron, caminaron, caminaron todo el día, nosotros lo íbamos viendo como si tres puntitos se iban alejando y en la montaña no sé los que han estado en la montaña es increíble porque las distancias te engañan llegó la hora de la cama nosotros en el avión, cinco, cinco y media y veíamos que los puntitos, poco menos que tiramos una mano, estaban ahí, nos fuimos a dormir y a la mañana siguiente los puntitos se iban despacito y se iban moviendo durante tres días vimos a los locos subir esa montaña terrible, sin los equipos modernos de montañismo de tri-fit y todas esas cosas que existen los tipos subieron, prepararon el trabajo estos locos, fue impresionante hasta que el cuarto día los vimos desaparecer nosotros abajo festejamos que lo habían logrado subir la cumbre, pero ellos arriba se encuentran con dos, llegaron allá arriba nosotros muchas veces hablamos que era lo que había atrás de esas montañas terribles, algunos decían deben estar los verdes valles chilenos, alguno dijo un día, capaz que se ve el Pacífico y ellos llegan allá arriba y miran y se encuentran con un macizo de montañas y más montañas.
Nosotros estamos en el lado argentino, no habíamos llegado a cruzar las altas cumbres que son las que hacen el límite, marcan el límite entre Argentina y Chile y los locos llegan allá arriba y les viene una desesperación impresionante, y dicen ¿qué hacemos ahora con todas esas montañas por delante? y ahí Roberto dice, mi padre me enseñó que después del mediodía no se pueden tomar decisiones importantes, por lo cual se quedan un día a dormir ahí, la noche estaba divina dicen que no había viento, se quedan a dormir ahí, y a la mañana siguiente discuten a ver que hacían y resuelven que Vicentín se vuelve para atrás y que les deje todos los víveres y las mejores ropas que tenían y que vuelva al avión con la noticia de que la cosa iba a ser mucho más difícil de lo que todos esperábamos y que Parrado y Canessa iban a caminar hasta morir, ese fue el mensaje que nos trajo Vicentín y que además era literal, ellos salieron a caminar a morir.
Cruzaron la cordillera de los Andes con los viejos zapatos de rugby con las viejas camisetas de algodón, lo que hicieron estos loco fue increíble caminaron, caminaron y nosotros cuando aparece Vicentín empezamos a escuchar de vuelta la radio, al séptimo día, sexto día que había vuelto Vicentín empezamos a escuchar de vuelta la radio, se escuchaban noticias de política, música, no había noticias de nada, hasta que llegó un día, el 20 de diciembre que estábamos en la vieja radio Spica recorriendo el dial y entre todas las cosas que íbamos escuchando, música, esto y aquello, en un momento se escucharon dos palabras en la radio, esas dos palabras eran la diferencia para nosotros entre la vida y la muerte ¿saben cuáles eran esas dos palabras? eran los nombres de Parrado y Canessa, al escuchar en la radio los nombres de Parrado y Canessa nosotros sabíamos que eran ellos que habían llegado y que estábamos salvados, con esto termino lo de la historia".
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