Recuerdo en mi niñez los Reyes Magos, ese día era esperado con ansias todo el año dejábamos en el living de la casa los zapatitos bien ordenados uno al lado del otro, yo en una punta del esquinero y mi hermano en la otra. 
Pasábamos toda la noche hablándonos con mi hermano, "Karen no te duermas este año los tenemos que ver", conversábamos hasta altas horas de la noche con la alegría y la ilusión de verlos y de querer despertar a ver los regalos que nos dejaban.  
Siempre nos vencía el sueño y nunca jamás los vimos. 
A la mañana el primero que se despertaba gritaba llegaron los Reyes, y salíamos corriendo al living, donde papá y mamá no sacaban los ojos de nosotros y de nuestras caras de asombro al abrir los regalos, disfrutando tanto de ese día como nosotros.  Si me preguntan que me regalaban me acuerdo de cosas puntuales, la bici, es lo que más recuerdo, pero jamás olvidé la cara de felicidad de mis viejos viéndonos abrir los regalos. Se que eran más de uno, eran varios paquetes con papeles envueltos de varios colores, nuestra casa no es muy grande y el living particularmente era el lugar más pequeño de la casa, pero era donde se armaba ese arbolito de Navidad, que era un pino real qué íbamos a cortar todos en familia y lo poníamos en un balde negro con arena, ese balde lo forrabamos con papel para que quedará más lindo, lo decorábamos con chirimbolos de todos los colores, el árbol de Navidad tocaba el techo y en el living quedaba impregnado el olor a pino. 
Recuerdo las mil postales recibidas y repartidas por la ciudad ya más de grandecita recorrimos la cuidad en bici dejando debajo de las puertas las postales a todos los compañeros de la clase deseándoles felices fiestas, era tan lindo recibirlas y darles, creo tener una que otra guardada que me quedaron de recuerdo. 
Hoy todo cambió, pero me quedo con mi niñez e inocencia, donde no existía la tecnología, donde nos volaba la imaginación para inventar a qué jugar pero siempre algo lindo y sano surgía. No había peligros en la calle y caminábamos libremente por toda la ciudad. 
Al recibir los regalos nuestras caras se llenaban de alegría y lo primero que hacíamos era salir al barrio a compartir nuestra alegría con los vecinos, nos explotaba en corazón de alegría al ver la alegría de todos los niños de la cuadra, abrazándonos y diciendo felices reyes, contando todo los regalos que habíamos recibido. Recuerdo mi mejor amiga Soledad Ratti con su pelito corto y con una silla de playa y una sonrisa de oreja a oreja de alegría por su regalo, realmente era un día de fiesta. 
Toda la ciudad estaba llena de niños, en bicicleta por la vereda, en patineta y jugando y compartiendo todos nuestros regalos, y nuestra conversación, nos faltaba este año no los pudimos ver, quedamos casi toda la noche despiertos pero no logramos verlos, el año que viene no nos vamos a dormir.... 
Desearía de corazón que mis hijos hubieran vivido esa infancia llena de ilusión, de fantasía y de amigos del barrio o de la escuela que compartíamos mil momentos reunidos en la calle inventando a qué jugar y jugado horas y horas hasta que se sentía la voz de mamá o papá que nos decían es tarde vamos para casa. 
Cuánto ha cambiado el mundo si me preguntas si para bien o para mal, no sabría decirte es según con los ojos con que lo mires. Pero a mi particularmente me hubiera gustado que mis hijos disfrutaran de esa niñez y no la que tienen ahora llena de pantallas qué los aisla que los envicia con los juegos violentos, que la tele está 24/7 y podés elegir lo que queres ver, muchas veces, miran youtube haciendo estupideces, en lugar de salir a la vida y disfrutar de la naturaleza y de los amigos reales. 
Deseo que los Reyes Magos le traigan afectos sanos, abrazos sinceros, menos play station, menos sillas gamer, menos celulares. 
Que les traigan cosas que lo ayuden a hacer ejercicios, a jugar con el otro, a compartir los juegos en equipo y la felicidad de sus logros. 
Gracias y mil gracias a la vida por darme la infancia que tuve con muchos amigos reales y no virtuales, con muchos abrazos apretados y no emoticones que pierden el sentido del abrazo que reconforta y llena de alegría. 
Felices Reyes, regalemos momentos compartidos con ellos seguramente esos quedarán plasmados en la retina para siempre. 
Felicidades a todos mis niños, los quiero muchísimo a mis hijos Pedro y Alma. También a todos los niños que conozco y quiero tanto y gracias a Dios son muchos porque mi profesión hace que año a año esos niños que pasan por mi aula me llenen de felicidad en cada jornada compartida en mi amada escuelita.

Karen