(Escribe Alejandro Carreño T.) Se oscurece la realidad latinoamericana. La crisis venezolana provocada por el robo electoral de Nicolás Maduro, el dios-charlatán, comienza a complicar las relaciones diplomáticas de la región. Y la dictadura de un engaño llamado "Revolución Bolivariana", se hace más y más evidente a cada día. Por cierto, no es un secreto para nadie y la comunidad internacional lo sabe. El circo venezolano continúa viento en popa. Va de una payasada en otra al vaivén de los estropicios mentales de un régimen delirante.
Hace poco nos enteramos de que a los venezolanos la Navidad les llegará con algunos meses de anticipación, por obra y gracia del dios-charlatán que todo lo puede con el poder omnímodo que le brindan las bayonetas. Cuando octubre se abra al calendario, Venezuela verá con asombro cómo Papá Noel baja de las alturas celestiales para esparcir la buena nueva de la paz, el orden y el progreso. El delirio pleno. Pero ahora una nueva alegría, seguramente comprendida como anticipo navideño, les llegó a los venezolanos. 
El vencedor de las elecciones del 28 de julio pasado "huyó" del país para escapar del demonio María Corina Machado. Dejó Venezuela "tranquilito" y "muy relajado", fueron las declaraciones de Diosdado Cabello, vicepresidente del Partido Socialista Unido (PSUV). Como a su jefe, el Súper Bigote, su cachorrito, a quien Dios al parecer solo le dio cabello, pero nada de inteligencia, tomó el mazo de su programa televisivo "Con el mazo dando", y lo envolvió con challas y serpentinas para que el circo en que se convirtió el Palacio de Miraflores no perdiera su comicidad.
"Si de alguien estaba huyendo era de la derecha, de María Corina, no del Gobierno. Se fue con su esposa, tranquilito. Es más, uno puede pensar que iba hasta contento. Muy relajado iba". Evidentemente Diosdado Cabello hizo reír a la platea planetaria. Hasta los más sesudos deben haber fruncido el ceño ante tanto desvarío. Por cierto, Edmundo González Urrutia se había asilado en la embajada de España para huir de la persecución chavista que lo tenía amenazado con cárcel de la cual, seguramente, no saldría nunca más vivo.
Pero la función circense del cachorrito de Maduro, prosiguió: "Yo creo que quería que ese avión despegara rápido porque podía llegar esta señora (Machado) con sus locuras". Lo que ocurre es que la idiocia de Nicolás Maduro es contagiosa. Altamente contagiosa. La vimos en su canciller Iván Gil, en las declaraciones de su vicepresidenta Delcy Rodríguez y con el cachorrito del mazo dando, llega a su paroxismo porque para él, y por supuesto para el régimen, Edmundo González no "ganó las presidenciales", por eso se fue.
¡Que Dios se apiade del pueblo venezolano!