(Escribe prof. Alejandro  Carreño T.)  El Presidente de Chile, Gabriel Boric, tuvo durísimas palabras para referirse a Nicolás Maduro: es un dictador: "No hay duda que estamos frente a una dictadura que falsea elecciones, reprime al que piensa distinto y es indiferente ante el exilio más grande del mundo, solo comparable con el de Siria producto de una guerra". Una declaración que no deja dudas respecto de lo que piensa el presidente chileno del cuestionado dictador venezolano y su fraudulenta elección, que también fue repasada por el mandatario sin ninguna contemplación:
"Hoy el TSJ de Venezuela termina de consolidar el fraude. El régimen de Maduro obviamente acoge con entusiasmo su sentencia que estará signada por la infamia". Boric sorprendió a los mismos chilenos. Podría pensarse legítimamente, que le bajó una envolvente inspiración democrática que desnudó como pocos lo han hecho, la hipocresía democrática del régimen chavista, al denunciar sin tapujos que se apoderó de una elección descaradamente amañada y robada a Edmundo González Urrutia, el legítimo vencedor.
No solo puso en jaque a la izquierda más radical de la región representada por Cuba y Nicaragua, sino también repasó a otros líderes, sin nombrarlos, como Lula da Silva y Petro, que han mantenido una postura antidemocrática y ridícula (pedir nuevas elecciones, por ejemplo), ante un régimen francamente corrupto y ladrón como el propio Boric lo afirmó "Hoy día yo no tengo ninguna duda de que han robado la elección". Sí, un Boric desconocido por lo menos en su lenguaje sin filtros, para denunciar como no lo había hecho antes, la dictadura de Nicolás Maduro.
Por otro lado, sus declaraciones han complicado la postura también radical de la izquierda chilena representada por el Partido Comunista, muy importante en su gobierno, puesto que tres de sus ministros son militantes de ese conflictivo partido, entre ellos, la vocera Camila Vallejo, una de las figuras políticas más cuestionadas de La Moneda. Boric ahora tiene un serio problema que resolver, y no le será fácil, puesto que en más de una ocasión personeros del PC han deslizado la conveniencia de abandonar el gobierno.
De hecho, en la reunión política extraordinaria que el PC tuvo el sábado pasado para discutir el nuevo escenario político que se abre en Chile a raíz de las durísimas declaraciones del Presidente Boric, la posición asumida por el PC no es nada de halagadora para el Presidente, puesto que enfatizó "su compromiso con "el respeto y la soberanía de los pueblos", afirmando que el proceso electoral en Venezuela se desarrolló "en un clima cívico y en paz". 
Pero a título "personal", en declaraciones en el programa Estado Nacional de TVN, que sin duda es también el sentir de la colectividad comunista, su presidente Lautaro Carmona torpedeó la declaración de Boric sobre la dictadura del régimen venezolano: "Yo no puedo apurarme en definir una dictadura si conozco que hay separación de poderes. Unos dicen 'no, los poderes no están separados'. Bueno, no sé en Chile si están separados o no, digamos". No solo torpedeó la declaración de Boric, sino que insinuó, además, una ironía de mal gusto sobre el funcionamiento de la institucionalidad chilena.
La posición del presidente del PC y de la colectividad comunista que comparte sus dichos, incluyendo a los tres ministros de Estado (Camila Vallejo, Vocera; Nicolás Cataldo, Educación y Jeanette Jara, Trabajo), quienes, evidentemente no pueden declaran públicamente su doctrina comunista que apoya a Nicolás Maduro, es un disparo al corazón de La Moneda, puesto que contradice la posición del Mandatario ante un tema tan sensible para la izquierda, y complica sobremanera la relación del Gobierno con ellos.
El Partido Comunista es, en realidad, no una piedra en el zapato para Gabriel Boric, sino una roca que no pierde oportunidad para fijar posiciones radicalmente opuestas a las del Presidente, en muchísimos aspectos de la gestión presidencial.
El problema para Gabriel Boric es mayúsculo, no solo con Venezuela sino también con el PC, puesto que pone en tela de juicio ante la opinión pública nacional e internacional, su sincera postura democrática al llamar de dictador a Nicolás Maduro y acusarlo de haberse robado las elecciones, pero al mismo tiempo no reconocer, como lo manda el sentido común de sus propias declaraciones, al legítimo vencedor de las elecciones, Edmundo González Urrutia. 
Por otro lado, de mantener en su gabinete a ministros comunistas, cae en una tremenda contradicción de principios, luego de la declaración no solo del PC como colectividad sino de su propio presidente, Lautaro Carmona, respecto de la dictadura venezolana que niegan con descarada desfachatez.
Por último, pero no por ello es un tema menor: ¿Qué dice el Presidente Boric de la dictadura cubana, luego de 65 años?