(escribe prof. Alejandro Carreño T.)  En Chile se usa la palabra “paco” para referirse despectivamente al carabinero, la policía uniformada. El asesinato de tres carabineros en el Sur del país, baleados y quemados, colocó en el debate nacional el papel que cumplió la izquierda, frenteamplistas y comunistas, y centroizquierda, durante los oscuros días que se iniciaron el 18 de octubre de 2019 y cuyas consecuencias destructivas no solo materiales, sino también psicológicas, la sociedad siente hoy en su día a día. En esos tiempos en que el peso de todas las noches cayó impiedosamente sobre Chile, quienes hoy gobiernan, eran parte activa de esta tragedia.

Son cómplices de ella. Apoyaron desde sus trincheras parlamentarias los desmanes producidos y la destrucción de las ciudades a manos de la primera línea, conformada por delincuentes que, además, fueron considerados héroes y aplaudidos en salones del Congreso Nacional. Una vergüenza cuyo estigma de políticos fanáticos, mediocres e irresponsables los acompañará hasta su tumba. Fueron tiempos de un Chile esquizofrénico en el que hordas primitivas, descerebradas, como perros rabiosos azuzados por esta casta política, convirtieron el país en el patio trasero de sus casas.

Nada les importó. Fueron el Sodoma y Gomorra de la destrucción y la barbarie. Miles y miles de chilenos lo perdieron todo. Abusaron de la sociedad como quisieron. La humillaron con la complicidad incluso del mundo de la cultura y los medios, que también desde sus tribunas aplaudían a rabiar, y justificaban, la perdición de Chile. Pero en medio de toda esta podredumbre orquestada por políticos y activistas políticos surgidos de las diferentes canteras partidarias izquierdistas, hubo una figura que se convirtió en el blanco de todos ellos: el carabinero, visto por esta manga de perros rabiosos, como el epónimo del poder opresor del que había que liberarse.

Y la policía uniformada se vio abandonada a su suerte. Perseguida, odiada y denostada. Maltratada, humillada y saqueada, incluso, por un poder judicial de muchos elementos ideologizados y corruptos, coludidos con el Tren de Aragua, el crimen organizado y el terrorismo. Varios de quienes hoy ocupan carteras ministeriales, hicieron del tuit su arma predilecta para referirse de la peor manera a la policía uniformada. Se solazaron con sus propias estultas declaraciones, y propiciaron la cultura de la violencia hacia carabineros y hacia todo aquel que no pensara como ellos.

En medio de todo este cuadro dantesco, incompresible para un país que hace apenas pocos años, muy pocos, era el alumno aplicado del barrio, surge el “Perro Matapacos”, símbolo de la primera línea y de toda la miseria humana de quienes los apoyaron. El quiltro, venerado por esta masa descerebrada, adquirió la categoría de dios para los otros perros rabiosos: el perro que mataba pacos. El cultivo del odio a carabineros ha rendido sus generosos frutos para estos fanáticos ideologizados: 10 policías asesinados en los dos años del gobierno de Boric, entre el 10 entre mayo de 2022 y abril de 2024. Números alarmantes si se comparan con 2020 (dos carabineros asesinados) y 2021 (un carabinero asesinado).

Ahora, sin embargo, todos quieren desprenderse del Perro Matapacos, partiendo por el Presidente Boric quien, en conversación con las radios de la Asociación de Radiodifusores de Chile (Archi), le pareció que la imagen del quiltro era “burda, ofensiva y denigrante”. Pero lo “echaron al agua”, como decimos en Chile, cuando alguien sale pillado en una mentira: “Yo te conozco, Gabriel, somos coterráneos y en tu MAC tenías una foto del Perro Matapacos (un “sticker”), al lado de la foto de Los Prisioneros”, según Karim Bianchi, exdiputado de la República en el programa televisivo Sin Filtros que conduce el periodista Sergio Feito

 Pero hoy la realidad no se cubre con palabras de arrepentimiento que suenan falsas y convenientes, dado el profundo malestar ciudadano enfrentado diariamente a una criminalidad sin control.

La realidad se cubre hoy con la sangre de estos carabineros asesinados como consecuencia, en gran medida, del odio cultivado hacia la Institución Carabineros de Chile durante estos negros años que comenzaron el 18 de octubre de 2019.