(escribe  prof. Alejandro Carreño T.) A días de las elecciones que definirá al próximo presidente de Argentina, la inflación puede jugar un papel clave en su resultado porque, al margen de la crisis generalizada que vive el país trasandino, la inflación continúa siendo la principal preocupación de los argentinos, del mismo modo que la delincuencia lo es para los chilenos. Y no dejan de tener razón. Los números de octubre sitúan el fenómeno inflacionario interanual como el más alto en treinta años: 142,7%. Es cierto que la tasa mensual disminuyó respecto de septiembre y agosto, que fue de 12,4 y 12,7 respectivamente, en comparación con el 8,3 del mes de octubre, de acuerdo con la información entregada por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec).

Se dirá que por lo menos se detuvo la tendencia alcista, pero el haber alcanzado el nada envidiable récor inflacionario interanual, es algo que aterra a los argentinos. Más aún cuando el ministro de Economía que asumió en julio de 2022, ha sido incapaz de encontrar la fórmula que le dé un respiro a la sociedad, agobiada por la diaria desvalorización de su salario. ¿En qué medida puede esta inflación exorbitante afectar a Sergio Massa en las elecciones del próximo domingo? La pregunta es válida por cuanto se supone que los argentinos no pueden proyectar su vida cotidiana pensando en la manipulación constante de artilugios que congelen los precios.

De hecho, la consultora Ecolatina emitió en un informe que algunos de estos artilugios, como los congelamientos que se aplicaron a transporte, combustible, energía, entre otros, resultaron claves para evitar que la inflación superara los dos dígitos. Pero, evidentemente, en algún momento la forzada varita mágica deberá guardarse para que realidad, siempre odiosa, siga su camino. Un camino que está lejos de ser pavimentado o, por lo menos, empedrado. Las propias fuentes de información privadas del Banco Central, hablan de una inflación a fin de año de 180,7%, la más alta desde la surrealista hiperinflación, lo que significaría tener una inflación cercana al 20% mensual durante los meses de noviembre y diciembre. ¿Será posible?

Massa atribuye esta crisis inflacionaria a la “peor sequía en 40 años, que retrajo el ingreso de divisas por exportaciones del campo en más de 20.000 millones de dólares. En el relato oficial entra también el acuerdo de refinanciación de la deuda de 44.000 millones de dólares contraída por el Gobierno de Mauricio Macri ante el Fondo Monetario Internacional”, de acuerdo con el medio El País de Argentina, del 13 de noviembre de este año. Pero con sequía o sin ella, y a pesar del relato oficial, lo concreto es que para la gente estas son cuestiones que están más allá de sus bolsillos, que sufren la arremetida cotidiana de la jodida inflación que los hace cada día más pobres.

Para Milei, no es ni la sequía ni el Fondo Monetario Internacional los responsables de la miseria argentina, sino la emisión despiadada de dinero. Por lo mismo ha advertido que terminará con el Banco Central al que le atribuye los siete pecados capitales de la descontrolada inflación. ¿Massa o Milei? Cuanto la podredumbre moral de la casta política sin excepción, que gobierna el país por décadas, no sea reemplazada por generaciones impolutas que limpien a la Argentina de toda esa escoria, da lo mismo el que sea.

Porque solo así se entiende que siendo Argentina inmensamente rico, tenga 40% de su población en la pobreza. Aquí hay algo más que crisis inflacionaria. La crisis argentina se llama corrupción, que ha convertido al país en un Estado fallido, quebrado moralmente por todos sus flancos por esa casta política que se ha enriquecido estrujando las tetas del Estado, en cuanto la población chapotea en la miseria.

En una campaña en la que la cuestión económica ha sido central, Milei promete bajar la inflación cortando de raíz la emisión monetaria mediante el cierre del Banco Central y la dolarización de la economía, un plan cuyos pasos y plazos no ha detallado y que muchos economistas no creen viable de ejecutar.

Por su parte, Massa, quien, desde que asumió como ministro de Economía en julio de 2022, no ha logrado dominar el fenómeno inflacionario, apuesta a un mejor escenario monetario y fiscal en 2024 de la mano de una recomposición del frente externo que permita estabilizar las variables macroeconómicas, incluyendo la inflación.

De acuerdo al último Monitor de Humor Social y Político elaborado por las consultoras D’Alessio IROL y Berensztein, tras la primera vuelta electoral del 22 de octubre, en la que Massa fue el candidato más votado, la inflación continúa siendo la principal preocupación de los argentinos, pero la percepción de la situación económica entre los encuestados y la evaluación de la gestión de Gobierno mejoraron desde el piso observado en agosto.