Todos los sorianenses nos enorgullecemos cuando vemos a nuestro departamento y a su gente en medios nacionales, cada vez que vemos a un coterráneo destacarse por alguna virtud o cada vez que vemos a nuestro departamento ser reconocido por sus bondades, nos alegramos mucho y nos sentimos orgullosos de ser de donde somos, de vivir y de trabajar acá dando lo mejor de nosotros para hacer cada día de Soriano en un lugar mejor.

Sin embargo, este no es el caso, hoy somos noticia por ser el departamento cuya Intendencia, cuyo gobierno departamental, tiene más ingresos a dedo en todo el país, despegándose ampliamente de los demás departamentos. No es la primera, y lamentablemente no será la última vez, que hablamos de este tema: desde nuestro lugar en la Junta hemos hecho pedidos de informe y hemos analizado las respuestas de forma tal que nos han permitido constatar esta situación.

El ingreso a dedo, la designación directa, mal utilizada con fines de clientelismo político, para premiar militancia, participaciones, apoyos o incluso el voto; no solo es una práctica que daña los fundamentos de nuestra democracia, sino que además implica una desventaja innecesaria y ciertamente nefasta, porque impide un acceso al empleo público de forma justa, equilibrada, democrática,  participativa y plural en la que los mejores y los más preparados acceden al cargo por mérito y no por haber militado en una campaña o por ser "amigo de".

El darle un cargo en la intendencia a parientes, amigos, compañeros y militantes por el hecho de serlo, le quita la posibilidad a la ciudadanía, independientemente de su partido político, de acceder a la función pública por concurso o sorteo.

Cabe preguntarse ¿quiénes deben acceder a la función pública? ¿Quiénes deben ser los funcionarios municipales? ¿Aquellos que militaron para el partido y el candidato que ganó las elecciones o aquellos que esté más capacitados para cumplirla? Por esto mismo, otra de las desventajas de la designación directa, de la "dedocracia" termina siendo una mala gestión pública.

Otra de las secuelas de esta práctica es que se instale la idea en la gente de que no importa cuánto te esfuerces estudiando, no importa cuánto te esmeres intentando ingresar un concurso, al final quiénes van a entrar son aquellos que tienen una simpatía política o el mismo color del Partido que gobierna.

No me resigno a que esto se instale en la cultura de nuestro departamento, no me resigno a los argumentos falaces y débiles de nuestros gobernantes y haré todo lo que esté a mi alcance para revertir esta situación y para poner este tema en discusión; la intendencia de Soriano es de todos los sorianeses, de cada uno de ellos, ni de los blancos, ni de los colorados, ni de los frentistas: de la ciudadanía.

Quiero un gobierno departamental que elija a los mejores para cada tarea y no a los militantes para recompensar cuotas políticas. Quiero un gobierno departamental que trabaje por Soriano, no por un Partido, no por un candidato,  por un mejor Soriano.

Quiero un gobierno departamental que me represente como sorianense, que figure en las noticias nacionales contando lo mejor de su gente, lo mejor de su tierra y no siendo la Meca nacional del clientelismo.

Hace tiempo ya advertíamos esta situación, los pedidos de informe que realizamos tienen de respuestas evasivas en muchas de las preguntas que realizamos, ahora entendemos por qué.

Afortunadamente, la prensa nacional que no es cómplice de ningún gobierno, ni de ningún partido y por la que siento un profundo respeto como demócrata, ha revelado esta situación a todo el país, sacando a la luz una situación que hace mucho veníamos constatando y denunciando como con tantos otros hechos que se quierel ocultar.

Llama la atención además, que esta práctica se repite en Salto Grande, se repite en intendencias blancas y parece ser un problema estructural, con el Partido Nacional como protagonista, por tanto, para superarlo debemos cambiar la cultura política en respeto a la ciudadanía y al cargo con el que nos honra a través del voto popular.

Debemos dar las señales correctas a la ciudadanía siempre cuidando las instituciones con respeto y mesura pero también diciendo las cosas como deben ser dichas. Cuidar la democracia nunca puede ser sinónimo de barrer bajo la alfombra. Esto es lo que está pasando en Soriano: hagamos algo.