(escribe prof. Alejandro Carreño T. ) Al presidente chileno se le ha hecho un hábito, un pésimo hábito, cuestionar a la prensa. Los chilenos conocemos sus estropicios mentales que ya son parte de su ADN presidencial, y que lo han caricaturizado a través de las distintas plataformas de la tecnología comunicacional. Gabriel Boric es un personaje fraseológico. La incontinencia verbal de su discurso lo hace trastabillar intelectualmente en cualquier escenario que se presente, tanto dentro como fuera de Chile, quedando a merced de la misma prensa que tanto critica, y de las redes sociales que festinan con sus consabidas expresiones lingüísticas, siempre fuera de lugar, estultas y contradictorias.

El último de sus estropicios mentales lo representó en Chile hace pocos días, al denostar a varios medios culpándolos de las malas noticias que publicaban, como si los medios fuesen los responsables de las pésimas noticias que genera su propio gobierno, exuberante en negligencia, desidia y corrupción. Gabriel Boric es un repositorio de rabia acumulada que necesita estallar cada cierto tiempo. El fracaso de su gobierno, el rechazo masivo a su persona y a su mandato en todas las encuestas, representado por dos tercios de la población, su liderazgo inexistente, incapaz de controlar a su propia coalición y su fallido intento por ser reconocido como un líder internacional, no han hecho más que enfatizar su soberbia y amargura.

Ante los empresarios del agro, en Santiago, “Enagro 2023”, comenzó diciendo que toda vez que viaja al extranjero “son impresionantes las ganas y la disposición que hay para invertir en Chile”, lo que a la luz de la odiosa realidad resulta, por lo menos, una alarmante contradicción, puesto que ni siquiera fue capaz, en China, de revertir la determinación del laboratorio Sinovac de abandonar el país para instalarse en Colombia. Entonces, sin que mediara nada que hiciese pensar que alteraría el rumbo de su retórica que ha inventado un país para regocijo de los suyos, alejado completamente de la realidad que vive el chileno común y corriente, arremetió furioso contra varios diarios.

“Tenemos muchas buenas noticias que dar. Cuando leo los titulares de los diarios, en verdad leo poco los diarios a estas alturas, pero es impresionante el afán por preferir las malas noticias. No sé cómo quienes siguen leyendo diarios como El Mercurio, La Tercera y La Segunda, no sé cómo queda su corazón después de esto, porque en verdad pareciera como si viviéramos en un país infernal”. Aquí no hay una crítica fundada a los medios, sino una declaración preocupantemente odiosa contra un tipo de prensa que le incomoda y denuesta públicamente. En sus estropicios mentales, que no son otra cosa que su enfermizo Ser Irreflexivo, el Presidente expone a estos medios y otros, a los estropicios mentales de otros, mental e ideológicamente estropeados.

La libertad de la prensa es que “debe incomodar al poder”, declaró Boric en su primera cuenta pública. Pero no era más que otra de sus frases para la tele, para agradar a la platea sin que, en realidad, tuviera la más mínima intención de que así fuera. En sus eternos 19 meses en La Moneda, Gabriel Boric ha dado pruebas suficientes de que siente que su poder está por sobre el bien y el mal. Por lo mismo, no se comprende cómo, un gobernante que pasea por el mundo la bandera de los derechos humanos, la democracia y la libertad de los pueblos, se comporte exactamente al revés de lo que predica.

Son sus estropicios mentales. Su Ser Irreflexivo: “Incomodar al poder”. Siempre y cuando no sea mi poder.