(escribe  prof. Alejandro Carreño T.) La inflación argentina no galopa. Vuela en modernas aerolíneas. Y los argentinos, con sus salarios a ritmo de tortuga, sobreviven de la mejor forma que han aprendido a hacerlo en estos largos años de kirchnerismo desenfrenado, o sea, como les permite la tortuga. Y la miseria adorna cada rincón del país con sus menesterosos andantes y sus villas miseria que florecen como la maleza. Solo para que se tenga una idea, de acuerdo con los datos entregados por Fundación Libertad y Progreso “la inflación acumulada durante los primeros 44 meses de la presidencia de Alberto Fernández se ubicó en 609,8%, la más alta acumulada por un presidente desde 1991” (Bloomberg Línea del 4 de septiembre de 2023). Así, no hay tortuga que resista.

Y en solo un año, un millón seiscientos cincuenta mil argentinos cayeron bajo la línea de la pobreza, aumentando a más de 18 millones las personas que viven esta dramática realidad. Y cuatro millones trescientos mil indigentes. Cómo se sostiene un país de 48 millones de habitantes en el que un número altísimo de ellos vive en estas condiciones de miseria absoluta. Como si esto no bastase, los datos entregados el miércoles 27 de septiembre reflejan otra realidad que sinceramente conmueve: casi “6 de cada 10 niños de hasta 14 años es pobre y el 13,6% ni siquiera puede satisfacer sus necesidades básicas de alimentación” (biobiochile.cl, que cita por la Agencia EFE).

Pero las cosas en Argentina no solo son trágicas. También suelen ser absurdas, en las cuatro acepciones que recoge la RAE para el término. Ante un cuadro tan dramático como el que hemos resumido en los párrafos anteriores y que se encuentran extensamente desarrollados en diferentes sitios noticiosos, la presidenta de Banco de la Nación, Silvina Batakis, fue imputada por el fiscal general Guillermo Marijuan, por la contratación de familiares. Es decir, en todas partes se cuecen habas y el nepotismo es práctica señalada sobre todo en regímenes moralmente deteriorados como el de Alberto Fernández.

Según el medio Perfil, la señora Batakis nombró a su exesposo en el directorio y aprobó un sueldo de 9 millones de pesos a la gerente general, sin que las autoridades fueran notificadas al respecto. Además, el escrito presentado alude a los nombramientos de familiares y amigos con “sueldos exorbitantes”. La denuncia penal incluye también a María del Carmen Barros, gerente general de la institución. La denuncia penal impulsada por la diputada María Graciela Ocaña, acusa delitos de incumplimiento de los deberes de funcionario público y defraudación contra la administración pública por administración fraudulenta.

Pero, para que a la decadencia moral no le faltara nada, se contrató a una numeróloga como asesora personal: Verónica Laura Asad, conocida como “Pitty, la numeróloga” para un “un curso de coach” cuyo precio fue de $1.800.000. Es decir, Argentina cayéndose a pedazos andrajosos y las encargadas del Banco de la Nación jugando a la numerología, que no es otra cosa que el estudio del significado oculto de los números.

Con todo, yo creo que no hay numerólogos, ni brujos, ni oráculos griegos que puedan resolver los problemas numéricos de la economía argentina, cuya causa es el deterioro moral de la casta política que ha gobernado el país en las últimas décadas y que se profundizó bajo el kirchnerismo. Cuando en pleno siglo XXI se llega a estos niveles de estulticia y de indecencia, en cuanto la gente se hunde en la miseria, no son muchas las esperanzas para un pueblo condenado, al parecer, a padecer cien años de miserias, hambrunas y vergüenza.

Porque “Pitty, la numeróloga”, y sus cursos para presidentes y gerentes de bancos son para cuentos de políticos corruptos, no para mejorar la vida de un pueblo desgarrado por una abominable casta política.

Solo espero que en Chile no se les ocurra contratar a “Pity” ni a ninguna otra numeróloga, aunque sea nacional.