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(escribe prof. Alejandro Carreño T.) No hay caso con Perú. Ningún presidente puede dormir tranquilo ni en su casa ni en la Casa de Gobierno llamada también Casa de Pizarro. Menos aquí. Parece que el espíritu maléfico del gobernador Francisco Pizarro se deja caer con toda la fuerza de sus casi quinientos años sobre los presidentes peruanos. He llegado a pensar que el presidente que asume debiera hacer un sahumerio para espantar los malos espíritus, de Pizarro y de sus antecesores. Sí, porque en los últimos treinta años, Perú ha tenido 11 presidentes, pero debiera haber tenido seis, pues el mandato presidencial dura cinco años. Es que cuando se trata del país del Rímac, las cosas son diferentes.
De los 11, nueve tienen cuentas pendientes con la justicia, incluida la propia Dina Boluarte, bajo investigación fiscal que podría enfrentarla a un juicio por violaciones a los derechos humanos. Dos expresidentes se encuentran en prisión: Alberto Fujimori y Pedro Castillo y uno se suicidó, Alan García. Toledo acaba de ser extraditado desde Estados Unidos. En fin. Esto no es más que un pequeño panorama del destino de los presidentes peruanos de las últimas décadas. Ahora Perú celebra sus 202 años de Independencia en medio de una batahola que tiene por las cuerdas a la Presidenta Dina Boluarte.
En cuanto la Presidenta se dirige al Congreso por motivo de las Fiestas Patrias, la policía se enfrenta a los manifestantes que, reunidos en el centro de Lima, se dirigieron hasta el Congreso. Se trata de marchas programadas en contra de Dina Boluarte con el propósito de expresarle su rechazo a lo que ellos consideran una dictadura. En su discurso la Presidenta pidió perdón por las 77 víctimas de los disturbios entre diciembre y marzo del año pasado: “Con profunda y dolorosa consternación, pido perdón, en nombre del Estado, a los deudos de todos los fallecidos, civiles, policías y militares y también a los heridos”.
Por cierto, 77 muertos son muchos muertos que marcaron la salida de Pedro Castillo y la llegada de Dina Boluarte a Casa Pizarro. Lo curioso es que ella fue electa primera vicepresidenta en las elecciones presidenciales de 2021, cargo que desempeñó desde el 28 de julio de 2021 hasta el 7 de diciembre de 2022, cuando asume la presidencia de Perú. Colaboró estrechamente con el gobierno de Pedro Castillo, que la nombra ministra de Desarrollo e Inclusión Social el 29 de julio de 2021. Pero el intento de autogolpe de Estado de Castillo modificó el cuadro político de Perú, provocando el caos que hoy recrudece con más fuerza, aunque con menos violencia. Hasta ahora.
Sí, 77 muertos son muchos muertos. Por eso Dina Boluarte no solo pidió perdón en su discurso ante el Congreso, sino que habló también de reparación y justicia: “No hay forma de reparar ni devolver la vida. Eso lo tenemos claro. No obstante, para resarcir en algo la irreparable dimensión de la pérdida de sus seres queridos y las lesiones sufridas por los heridos, mi Gobierno dispuso una ayuda integral en favor de los deudos y los afectados. No habrá impunidad para nadie en este caso”. El problema para Dina es que Perú es un país totalmente polarizado y los partidarios de Castillo, que son quienes piden su salida, son muchos. No debe olvidarse que Castillo ganó las elecciones, literalmente, por una cabeza.
Dina Boluarte lo sabe y apela permanentemente al diálogo. Por eso relanzó el foro del acuerdo nacional con el propósito de incorporar “a todos los sectores sociales, a fin de dialogar sobre la agenda social y reformas políticas pendientes”. La democracia, dijo, “permite el derecho a la protesta pacífica, pero la democracia también permite y reclama el diálogo”. Diálogo que parece estar ausente no solo del debate político peruano, sino también latinoamericano.
¿Qué destino le han asignado los espíritus a Dina Boluarte?
Solo ellos lo saben.
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