(escribe prof.  Alejandro Carreño)  Cuando los chilenos comenzábamos a recuperarnos de las “desprolijidades” de la ministra de Relaciones Exteriores, Antonia Urrejola, a quien rápidamente mis amigos llamaron “La Boquita Santa”, y sus asesores, apodados “Los Bocones”, el Presidente Gabriel Boric, como ya es habitual en sus viajes al exterior (¿cuántos lleva en menos de un año?), tuvo a bien dar su espectáculo en la Cumbre de la Celac. Es que su complejo de “Pileta de plaza”, porque el de “Florerito de mesa” le quedó chico, para que todo el mundo lo mire y admire, le hizo erguirse como el líder que sueña con ser, pero que no lo es, y dictó cátedra de “democracia” a Perú. Por cierto, esperaba que quienes estaban ahí, compartiesen su sin par espíritu libertario. Cátedra que fue respondida con clase magistral por la canciller de ese país.

“Falando sério”, como diría Roberto Carlos, ¿qué misteriosos designios llevan al Presidente Boric a sentirse la Voz de América? Donde vaya, su sino será el de componedor de entuertos. ¿Se creerá Gabriel Boric el Quijote de nuestros tiempos, idealista, heroico, soñador y romántico? ¿Y verá en Irina Karamanos a su Dulcinea de Yungay, siempre teniéndola en sus labios a la hora de su loco discurrir?  Algo de esto debe haber porque no se comprende de otro modo su afán por ser el remendador de entuertos. Menos se comprende todavía cuando tiene a su país “patas pa’rriba”. Pero no hesitó en denunciar a Dina Boluarte por la forma cómo dirige al Perú: “Hoy, con la misma claridad con que siempre hemos respaldado los procesos constitucionales de nuestra región, hacemos notar la imperiosa necesidad de un cambio de rumbo en el Perú”.

Y se coloca como ejemplo de constitucionalista, aludiendo al nuevo proceso constituyente que se desarrollará en Chile, pero se guarda muy bien de decirle a los miembros de la Celac que este proceso constituyente se hizo a espaldas del pueblo, cocinado entre cuatro paredes por ocho políticos nominados por sus respectivos partidos. Tampoco dijo nada que el proceso anterior, el rechazado, al que alude en su intervención, en su artículo 142, decía que, de ser rechazado el proyecto constitucional presentado, se mantenía la actual Constitución, la del año 2005, que lleva la firma del Presidente Ricardo Lagos Escobar. ¿Qué tipo de líder pretende ser el Presidente Boric, cuando su relato democrático-constitucionalista no es más que discurso vacío que no se condice con la realidad, puesto que ni siquiera respetó la propia voluntad del pueblo de Chile refrendada por la Constitución?

Y sin que se le crispe ni un pelo de su barba, culpa al gobierno de Boluarte de la grave crisis política y social por que atraviesa su país, eludiendo, una vez más, el origen de esta crisis que no es otro que Pedro Castillo y su fallido golpe de Estado. ¿O es que el nuevo liderazgo político, según lo entiende el Presidente Boric, se sustenta en la mentira, en el loco discurrir y en la elusión “necesaria” de la verdad? Apareció entonces la Voz de América: “Frente a estos atropellos, reitero la voluntad de Chile a contribuir en todos los espacios multilaterales para acompañar un diálogo inclusivo, capaz de construir gobernabilidad democrática y asegurar el respeto a los derechos humanos”. Pero yo creo que la voluntad de Chile es que cada país resuelva sus problemas internos sin la intromisión de nadie.

La canciller peruana, Ana Cecilia Gervasi, se encargó de poner al Presidente Boric en su lugar: “Es de lamentar, por ello, que algunos gobiernos de países cercanos no hayan acompañado al Perú en este difícil trance institucional, y más bien hayan priorizado la comunidad ideológica al apoyo inequívoco al estado de derecho y a la sucesión constitucional”. Y recordó el derecho internacional que rige las relaciones entre las naciones: “Debemos reafirmar también los principios del derecho internacional de no injerencia y de no intervención en los asuntos internos de los países. Por lo que el Perú exhorta a los estados miembros su pleno cumplimiento”. Una clase magistral dada con humildad y sobriedad, con respeto a lo que representa cada uno de los miembros de la Cumbre.

Y para culminar su cátedra, Ana Cecilia Gervasi le recordó al Presidente Boric lo que él convenientemente no recordó: “El 7 de diciembre se produjo un golpe de Estado en el Perú. El entonces Presidente Pedro Castillo anunció en cadena nacional de televisión la disolución inconstitucional del Congreso de la República y ordenó a la fuerza pública a intervenirnos, así como intervenir el Poder Judicial, el Ministerio Público, el Tribunal Constitucional y la Junta Nacional de Justicia, entidades que se encontraban a cargo de investigar las denuncias en contra del exmandatario por casos de corrupción y de crimen organizado. Que quede claro: la situación actual del expresidente Pedro Castillo la generó el propio Pedro Castillo”.

Es decir, lo que el Perú defiende es, precisamente, el respeto a la institucionalidad y a los derechos humanos, vulnerados por Castillo y sus seguidores que ahora lo queman y destruyen todo. Pero ninguna razón es suficiente para acallar la Voz de América, que ha hecho de las relaciones diplomáticas un peligroso juego de injerencia y reproches a la manera cómo los gobiernos, contrarios a su ideología, debieran solucionar sus propios problemas. En la misma Celac aludió a Venezuela. Con certeza el gobierno de Maduro, a través de su escudero, Diosdado Cabello, volverá a responderle y seguramente le recordará el apodo de “Cachorrito” entre otros que le gritó en septiembre pasado: bobo, ridículo, gafo (columna Boric el “Cachorrito”, publicada en este mismo medio el 26 de septiembre de 2022).

Lo curioso, en todo caso, es que el Presidente Boric no emite comentarios ni ofrece “su experiencia en política internacional” para solucionar los gravísimos atropellos a los derechos humanos en Cuba, ni a su falta de elecciones libres y democráticas. Una dictadura de más de 60 años. Es que cuando se trata del país predilecto de su padrino Guillermo Teillier, presidente del Partido Comunista de Chile y mandamás de La Moneda, al Presidente Boric, la Voz de América, se le entra el habla y se le descompone el micrófono.