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(escribe prof. Alejandro Carreño T.)Santiago convertido en un Chicago cualquiera en la época de Eliot Ness y Los Intocables. El país entero se está convirtiendo en un Chicago cualquiera La población está aterrada y entiende, no sé si con resignación, que definitivamente está en manos de la delincuencia. Las autoridades, como nunca había ocurrido en el país, “reflexionan y evalúan”. En cuanto eso, los medios televisivos nos remecen con escenas que no quisiéramos ver jamás; pero las palabras se las lleva el viento, y las imágenes se convierten nada más que en machacantes recuerdos.
La política del gobierno para disminuir la violencia en las ciudades del país, ha fracasado completamente. En realidad, luego de seis meses en La Moneda, la ciudadanía no ha visto ninguna política del Ejecutivo para paliar esta plaga incontrolable. Por más que se quiera decir lo contrario con números y estadísticas, desmentidos constantemente, lo concreto es que cada día aumenta el temor ciudadano, no solamente ante la osadía de estos criminales de la calle, también ante la capacidad de fuego y destrucción que poseen en sus propios domicilios.
Delincuencia desatada en las calles. Vandalismo callejero que lo destruye todo. Terrorismo en la Macrozona Sur, con el terrorista Héctor Llaitul, líder de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), agrupación armada mapuche, declarando que roba madera para comprar “fierros” (armas) de todo tipo para enfrentar a la policía. Y el gobierno del Presidente Boric, “reflexionando y evaluando”. Y las ciudades convertidas en un desfile de delitos: asaltos en autopistas, calles y carreteras, balaceras en todo lugar, portonazos, violaciones, asesinatos, robos con intimidación, asaltos a domicilios. En fin.
Duele, y mucho, ver la Plaza de Armas de Santiago, rodeada de monumentos históricos, transformada en prostíbulo a la luz del día, peleas entre bandas por conquistar el territorio de la esquina, asaltos a transeúntes por doquier, tiendas saqueadas, los muros asquerosamente pintarrajeados. Santiago es una niña otrora hermosa consumida por el narcotráfico, la delincuencia, el vandalismo y la prostitución. Y las policías atadas de manos porque no tienen el respaldo del Gobierno para actuar con la firmeza con que debe enfrentarse la delincuencia de todo tipo.
Después de todo, quienes hoy están en Palacio desfilaron ayer proclamando la violencia y valorando el falso estallido social, foco de toda la destrucción que hoy vive el país. Denostaron a Carabineros de Chile, culpándolos de atropello a los derechos humanos (y hasta hace algunos meses aún lo hacían). Hoy, ellos mismos quieren liberar a los llamados “presos de la revuelta” (le cambiaron el nombre: antes eran presos políticos), que no son nada más que delincuentes condenados por la Justicia.
Sí, Chile está mal. No sé si enfermo. Una sociedad permisiva que hizo eco del falso estallido social, y que hoy sufre como nunca las consecuencias de ver a los delincuentes de la llamada primera línea como sus míticos héroes, observa con desesperación cómo su barrio, sus parques, sus plazas y jardines pasaron a ser paisajes del ayer. De un ayer no muy lejano, pero que la añoranza los vuelve “antiguos”. Hoy, esta misma sociedad clama por seguridad y urge al Gobierno del Presidente Boric que “haga algo”. Y aplaude cuando la policía abate a uno de estos criminales.
Los delincuentes en Chile están en su salsa. ¡Pobre Chile es tu cielo que hace tiempo dejó de ser azul!
(*) foto:https://www.ciperchile.cl/
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