(escribe  Ig. Agr. Ariel  Asuaga) La agricultura (incluida la ganadería), la silvicultura y otros usos de la tierra (AFOLU) generan el 75% de las emisiones y también el 100% de las remociones.

La emisión de metano debida a la fermentación entérica de los rumiantes explica el 46,1% de las emisiones de gases de invernadero, constituyendo el metano el principal gas de invernadero emitido por el país.

La información disponible en el inventario de gases de invernadero del Ministerio de Ambiente nos permite saber y pensar varias cosas:

1. Lo que hagamos no importa porque nuestras emisiones son insignificantes

2. Uruguay puede destacar que captura una importante cantidad de gases de invernadero, siendo un emisor neto negativo. La emisión neta de Uruguay es de - 5.807 Gg de CO2 equivalente.

3. El principal gas de invernadero emitido por nuestro país proviene de la fermentación ruminal, seguido de las emisiones de N2O provenientes básicamente del manejo del estiércol y otras actividades agrícolas.

4. El 93% de la captura de gases de invernadero es realizada por el sector forestal y el restante 7 % de debe a las pasturas.

Podemos quedarnos en una posición conformista concluyendo que no hacemos daño y que la ganadería que produce la mayoría de las emisiones, genera como contrapartida una enorme cantidad de beneficios. En este sentido, el campo natural provee servicio ecosistémicos de enorme valor, tales como conservación de diversidad, secuestro de carbono, filtrado de agua, control de erosión, mantenimiento del paisaje.

Por ahora nuestros mercados de venta de carne no sancionan la emisión de metano, lo cual nos da tiempo. Sin embargo la carne vacuna es objeto de una fuerte propaganda en contra en todo el mundo. Utilizo la palabra propaganda con una connotación negativa. No es difícil imaginar al sector petrolero, responsable de la mayor parte de las emisiones del mundo, echándoles la culpa a las vacas. También existen movimientos ambientalistas, tan bien intencionados, como mal informados que impulsan movimientos vegetarianos que imponen más presión aún al uso agrícola de los suelos. En Uruguay producimos carne mayoritariamente a pasto, en lugares no cultivables, es decir que producimos una proteína de alto valor biológico usando un alimento que los humanos no podemos consumir directamente. Esto se logra suministrando además, varios aportes a la ecología.

Hay países cuestionados por deforestar para producir carne. Uruguay nunca en su historia deforestó porque nuestro clima no define una vegetación de árboles, sino predominantemente de gramíneas, con algunos árboles escasos, arbustos y hierbas menores. Nuestras pasturas nativas corresponden a un bioma único en el mundo, siendo la explotación ganadera la mejor manera de conservarlo.

No tenemos apuro, sin prisa, pero sin pausa, debemos estudiar a fondo la emisión de metano de nuestros rumiantes y adoptar formas de mitigación. Por ejemplo mejoras en la calidad de la dieta del ganado, aumento del secuestro de carbono de los suelos, ajuste de carga para que no haya animales improductivos emitiendo, aumento de la productividad para mejorar la eficiencia de la emisión, desarrollo de sistemas que requieran menos insumos y menor uso de combustibles fósiles, integración de la ganadería con la forestación, retorno a la rotación de cultivos y pasturas, etc.

Lo que no debemos hacer es dormirnos en los laureles. La ganadería y el campo natural que la sostiene son tesoros nacionales a proteger con inteligencia.