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(Escribe Lic. Martín Patrone) La aparición y proliferación del Coronavirus ha dejado y dejará varias secuelas. Algunas de ellas serán para trabajar desde el ámbito de la medicina y otras nos dejarán interrogantes sobre nuestro comportamiento como seres sociales dentro de la comunidad.
Este hecho se da en el marco de un cambio muy grande para nuestro país: después de 15 años de gobiernos del Frente Amplio asume al poder una coalición de partidos que abarcan el espectro centro-extrema derecha, lo que ha generado una suerte de polarización muy marcada a nivel de la opinión pública sobre los diversos temas que siempre están sobre el tapete político. Para un espectro de la sociedad era un cambio sumamente necesario, entendiendo que en estos últimos 3 períodos de gobierno se han despilfarrado recursos y se ha sumido al país en un gran agujero negro del cual va a ser dificil salir. En otro espectro social se sostiene que el mismo está en muy buenas condiciones, a pesar del déficit fiscal reconocido por todos. En este escenario la derecha no hará más que repetir el modelo argentino del Macrismo, llevándonos a la ruina en materia económica y social, reviviendo las políticas neoliberales de la década del 90.
Dentro de esta polarización, entre otros temas de suma importancia, está el proyecto educativo que queremos para los uruguayos. La presentación del borrador de la Ley de Urgente Consideración (LUC) disparó muchas alarmas en los diferentes actores de la comunidad educativa, tensando a gran escala el ambiente de diálogo y negociación de los mismos para con el gobierno. En este escenario se ha instalado una suerte de guerra mediática, con la misma polarización que refiero en el párrafo anterior al hablar del cambio de gobierno. No parecen encontrarse puntos medios que permitan un anclaje que habilite ampliar la visión sobre estrategias posibles para diseñar un proyecto más sólido y abarcativo dentro de un marco curricular que, en varios puntos, parece obsoleto.
Una de las primeras interrogantes que me surgen es en relación a los puntos de encuentro a la hora de debatir ideas. ¿Cómo hacer para poder encontrar elementos de síntesis que nos permitan establecer un punto de partida para pensar en proyectos educativos? sería quizás la pregunta que debería abrir un debate que nos incluye a todos los integrantes de la llamada comunidad educativa. Me consta, porque he participado, que a partir del borrador de la LUC, se están realizando debates, charlas e intercambios de opiniones sobre los planes en educación. En dichos encuentros han participado docentes, personal de equipos técnicos y representantes del gobierno, cada uno con su impronta ideológica pero con el objetivo de establecer puntos en común que nos atraviesan a todos.
En los procesos de adquisición de conocimientos y formación de subjetividad uno va incorporando elementos que permiten establecer una base de capital simbólico y cultural sobre el cual se van sedimentando las nuevas experiencias, lecturas y aprendizajes de todo tipo. En el mejor de los casos, uno va desarrollando la capacidad de ir asimilando e incorporando a sus esquemas nuevas prácticas y formas de ver el mundo. Lejos de ser una lógica binaria, el conocimiento nos muestra que la realidad es mucho más compleja de lo que se nos muestra y, al decir de Silvia Bleichmar, los hechos ocurren a una velocidad mucho mayor a su capacidad de poder entenderlos y, por ende, explicarlos.
Dentro del marco polarizado y polarizante en el que nos encontramos, resulta sumamente difícil poder escapar al bombardeo mediático al que nos sometemos a diario, tanto sea en redes sociales, prensa o simples charlas de pasillo. Dicho bombardeo no es nada inocente en su accionar y, dentro de sus dinámicas, quedamos atrapados en una dialéctica que, lejos de permitirnos avanzar en entendimientos y soluciones, nos estanca en discusiones superficiales mientras, en lo profundo, la realidad nos pasa por encima.
Hechos como la denominada pandemia, las políticas económicas, educativas, sanitarias y de seguridad, son tratadas de la misma manera, según de qué lado del espectro político me encuentre. En esta lógica binaria, lejos de tener una solución, siempre tenemos un culpable y así asistimos a un espectáculo en donde unos a otros se echan las culpas y se acusan mutuamente de la inoperancia, negligencia o mera ignorancia al respecto.
Cuesta creer que, con estas características, se puedan establecer buenos criterios diagnósticos de las diferentes situaciones que nos aquejan como sociedad, establecer planes consensuados de forma democrática y participativa, con la responsabilidad que le toque a cada uno. Si de verdad nos preocupa, en este caso, la educación, tenemos que sentarnos todos los actores, establecer compromisos, dejar el ego de lado y poder trabajar con el mismo objetivo: el mejorar nuestro sistema educativo.
No podemos seguir agrandando la grieta social existente la cual nos va a conducir a una mayor fragmentación social, acompañada de mucho resentimiento y clima poco propicio para una mejor convivencia. De nosotros depende el poder aportar, desde nuestros lugares, a la búsqueda de soluciones pacíficas y democráticas que contemplen a los diferentes sectores y podamos, de una buena vez, generar las condiciones óptimas para un avance en el plano educativo y, por lo tanto, en el plano social; plano que, lejos de explicarse a través de una lógica binaria (polarizante) requiere del despliegue de una amplia gama de visiones y sobre todo, de consensos.
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