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(por Aldo Roque Difilippo) Nuevamente disfrutamos del Carnaval. Una fiesta popular donde en Mercedes se han destacado figuras como los “Inflafloi” (Isidoro Cano “Zenona” y “Cuarto Litro” Romero), el “Gordo Atilio” y su murga “la nueva Ola”, “Río Kid” “Fernandez”, o murgas como “Los Enmascarados”, “Los Diablos Verdes”, “Los Santimbanquis”, “La Tunelina”; entre otras. Personajes populares que pueblan las anécdotas de varias generaciones de mercedarios desde antes que el Coronel Pablo Galarza encabezara el desfile del carnaval de 1894, en los albores de esta fiesta tradicional, pese a sus interrupciones y altibajos.
El Carnaval tiene una historia centenaria afianzada en la cultura popular. Algunos documentales mencionan que las fiestas de Carnaval en Montevideo a tan solo un año de nuestra independencia. Como el relato del viajero Eduardo Blandh, que visitó la capital del país en 1831, describía así la fiesta: “participaban todas las clases sociales (…) en las calles y las plazas se veía una multitud heterogénea de gente de clase superior e interior, gauchos, negros e indios”
Ocultarse para liberarse
Una celebración en principio espontánea y posteriormente organizada y reglamentada por el poder de turno, donde se invertían los roles: “El asunto era cambiar de personalidad (y de lugar social) –o mostrar la verdad-, ocultar el rostro y el cuerpo para tener libertades antes no usadas o cumplir aspiraciones ocultas: “el muchacho” se hacía hombre “aplicándose patillas”, “la mujer se ponía los pantalones del marido y este se cubría con una cofia”, “el cajetilla de la ciudad se convertía en gaucho melenudo y peleador” o viceversa, y “los flacos se ponían barriga”. Y cada uno realizaba sus aspiraciones…”(1)
Nota
(1)“Historia de la Sensibilidad en el Uruguay”, Tomo I, José Pedro Barrán, Banda Oriental, Montevideo, 1992.
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