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Lo que el viento no se llevó
Este sábado 15 de octubre de 2016 se cumplen exactamente seis meses del trágico tornado que destruyó gran parte de la ciudad de Dolores, transformando de una manera drástica la vida de sus habitantes.
Dolores, hasta entonces conocida sobre todo por su tradicional fiesta nacional de la primavera, o por ser considerada como el granero de la República, por estar en medio de una zona agrícola, por excelencia, pasó a ocupar grandes espacios en los medios de difusión por este desastre natural que hace medio año conmovió a los uruguayos.
El fenómeno comenzó a la hora 16:14 y duró hasta las 16.17, generando en esos fatídicos tres minutos toda clase de múltiples daños, originando la muerte de 5 personas, numerosos heridos y terribles daños materiales, entre ellos la voladura de techos y muros de edificios públicos, comercios, talleres y casas particulares, la caída de una planta de silos y la destrucción del gimnasio del Club Peñarol y la sede del Club San Lorenzo.
En un instante numerosas chapas de viviendas y galpones se convirtieron en armas arrojadizas que surcaron peligrosamente los aires en todas las direcciones.
Se afectaron además los dos liceos públicos de la ciudad y el Hospital “Alejandro C. Bardier”, lo que dificultó la atención de los heridos, que dadas las circunstancias debieron ser trasladados a Mercedes y otras ciudades vecinas. Hasta la sala del Paz y Unión, emblema de la cultura doloreña, sufrió las consecuencias del tornado.
Altos de Dolores y la zona de la cooperativa CADOL fueron los sectores que llevaron la peor parte.
La lluvia que cayó en los días siguientes terminó de empeorar el siniestro panorama.
De inmediato un equipo periodístico de @gesor se trasladó al municipio afectado. Las horas siguientes fueron las de una pesadilla que los doloreños que las vivieron difícilmente podrán olvidar.
La desesperación por conocer qué les había ocurrido a las personas que estaban desaparecidas, o por socorrer a los heridos, la falta de energía eléctrica, las comunicaciones telefónicas cortadas, el hambre, el frío que ocasiona la intemperie, hicieron parte de aquella caótica situación que, por otro lado, generó una inmediata y espontánea reacción de todo el pueblo uruguayo e incluso de ciudadanos del extranjero, sensibilizados ante semejante tragedia que hizo que el nombre de Dolores se conociera en todo el mundo. De inmediato también el gobierno nacional y el gobierno departamental iniciaron su despliegue de ayuda, organizándose en medio del desconcierto, apoyados por distintas brigadas de voluntarios, muchos de ellos llegados desde otros puntos del país o del exterior, dispuestos a ofrecer su generoso respaldo. Es imposible calibrar el grado de tanta solidaridad que despertó el tornado. Clubes sociales y deportivos, instituciones de servicio y grupos de personas anónimas que se organizaron rápidamente para tratar de dar una mano, colaborando bien en tareas sencillas o en las más pesadas, desde preparar tortas fritas u otros alimentos para llevarlos a los damnificados de los barrios más afectados o a los obreros que participaban de las primeras labores de limpieza o reconstrucción hasta ayudar a sujetar las lonas o bolsas plásticas a las que muchos doloreños debieron recurrir para cubrir sus vviendas dañadas. Mujeres y hombres de todas las edades y de distintas localidades, unidos por una sola finalidad. Demostraciones de solidaridad que emocionaron profundamente a quienes pudieron ser testigos de ellas.
El paso de los días permitió ir viendo la verdadera magnitud de los destrozos. A medio año del terrible fenómeno muchas de las secuelas están visibles, pero es claro también que el municipio atraviesa ahora por una etapa de esperanza, caminando firme hacia su definitiva y anhelada reconstrucción. Hay pérdidas irreparables, por cierto, como las de aquellas personas que murieron a causa del tornado. Muchos de los heridos todavía cargan en sus cuerpos con sus dolencias. Pero poco a poco se ha logrado ir recuperando parte de la infraestructura edilicia dañada. Queda muchísimo por hacer, desde luego, como lo han reconocido las autoridades, pero el ánimo del pueblo doloreño está más fortalecido que nunca, al punto de haber llevado adelante hace unos días su tradicional Fiesta Nacional de la Primavera, sin las características de otras ediciones, pero con la rebeldía propia de un pueblo pujante, como si lo ha sido Dolores, y demostrando que “cuando se quiere, se puede!”, como decía un cartel colocado en la fachada del Liceo Roberto Taruselli.
El viento sembró dolor y tristeza en Dolores, pero no se pudo llevar el empuje de sus hijos.
Fotos: Imágenes recogidas por el equipo periodístico de @gesor que se instaló en Dolores apenas ocurrido el tonado del 15 de abril.
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