Edificios religiosos no escaparon a las consecuencias del tornado del viernes 15 de abril que destruyó gran parte de la ciudad de Dolores. El fenómeno afectó al Templo Evangélico a tal punto que no quedó otra alternativa que demolerlo, ante el riesgo de derrumbe que presentaba. El templo parroquial de la Iglesia Católica, ubicado frente a la Plaza Constitución, también resultó dañado. Sin bien externamente no se aprecian daños, basta dar un paso hacia el interior del edificio para apreciar la magnitud de los destrozos. Se dañaron los techos y la bóveda. La pesada armazón de una ventana circular de la pared norte se desprendió por completo, cayendo al piso del templo. “Un solo albañil no podría hacer esto. Imagínese la potencia del viento”, dice el obispo de la Diócesis Mercedes, Monseñor Carlos María Collazi, mientras observa las secuelas del fenómeno.

“Los daños son grandes, pero yo prefiero hablar de los daños que ha sufrido la gente”, respondió el religioso, cuando @gesor le consultó sobre la evaluación de los destrozos. “Dolores ha sufrido mucho y está sufriendo mucho y quiera Dios que los signos de solidaridad que va recibiendo crezcan, porque es mucho lo que se ha sufrido. Estoy en Dolores justamente por eso, porque he venido a comunicar de las ayudas que la Iglesia está aportando para la recuperación de la ciudad y la restauración de las viviendas. Dentro de las casas de la gente está esta casa emblemática que es el templo parroquial, cuyos daños son grandes. Se han afectado los techos. Está afectado la bóveda. Son construcciones de muchos años y hay que protegerlas, para que no siga entrando el agua cuando llueve, de manera que no se perjudique la estructura de este emblemático templo. Paradójicamente cuando ocurrió el tornado nosotros estábamos por comenzar las obras para arreglarlo. Ahora yo estaba hablando con el párroco y coincidíamos que en los próximos días tendremos que comenzar a mirar cómo proteger más la estructura de este templo parroquial que para Dolores es también muy importante. Pero reitero que lo primero para nosotros es la gente. Esos daños que han sufrido las casas influyen mucho en el clima social. Me imagino lo que está viviendo esa gente que tuvo que trasladarse a casas de vecinos o familiares y que tiene que pasar por una cantidad de incomodidades. La convivencia humana se resiente en estas circunstancias, entonces hay que aportar mucha esperanza para que los sufrimientos paulatinamente se vayan tornando en alegría”, expresó el Obispo, quien lamentó mucho también las inundaciones que han sufrido otras localidades de su Diócesis, que abarca los departamentos de Soriano y Colonia. 

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