(escribe prof. Alejandro Carreño T.) Bolivia vivió momentos de tensión, pero también de distensión. Un Golpe de Estado, tal vez de los más breves de la Historia, que, como señaló el exministro de Defensa de Evo Morales (2006-2019), Reymi Ferreira, "se desinfló en cuestión de minutos", generó revuelo internacional y suscitó el apoyo inmediato al gobierno del Presidente Luis Arce. Si fue un golpe de Estado, fue un golpe de Estado atípico, no solo porque, en realidad no solo se "desinfló en cuestión de minutos", sino que, además, los golpistas se retiraron tranquilamente y no opusieron ninguna resistencia que evidenciara lo propio de un golpe de Estado.
Es como si, sin más, las palabras del Presidente Arce y su bastón de mando enrostrado en el rostro del general golpista Juan José Zúñiga, en un encuentro cara a cara que la oposición acusa de montaje, hubiese embrujado al general quien, luego de negarse a cumplir las órdenes del Presidente, se retiró tranquilamente de Palacio, subió a su tanque como quien se sube a su bicicleta y se marchó (ignoro si marchando). Así de simple. Fin de la historia y fin del golpe. Luego vinieron las declaraciones que inundaron las páginas de la prensa mundial y despertaron los espíritus democráticos de los líderes mundiales.
En realidad, y dada la narrativa de los hechos ocurridos según relato de la propia prensa, es difícil imaginarse un Golpe de Estado en estas condiciones. Parece más una pantomima de Golpe de Estado que un Golpe de Estado como a los que la Historia nos tiene lamentablemente acostumbrados. Por cierto, quienes somos demócratas y vemos en la democracia, aun con sus limitaciones, el camino para la convivencia pacífica de los pueblos, rechazamos todo y cualquier intento que ponga en jaque los gobiernos legítimamente electos por la ciudadanía, sean estos de derecha o de izquierda, que velen por el respeto de esta democracia que los eligió.
¿Qué pasó en Bolivia, realmente? ¿Por qué hay gente que duda de que haya existido un Golpe de Estado? Según el ahora destituido general Zúñiga, fue el propio Presidente Arce quien maquinó todo el montaje golpista para "levantar su popularidad". Por cierto, sus palabras deben tomarse con todas las reservas que un golpe como este se merece, más aún, siendo él uno de los protagonistas. En la misma línea de Zúñiga deben entenderse las palabras de la senadora opositora del partido Comunidad Ciudadana, Andrea Barrientos, que pidió al Ejecutivo y al Ejército explicaciones "del show que montaron".
El Gobierno, por su parte, denuncia ante la comunidad internacional la intención de derribar la institucionalidad en Bolivia: "Alertamos a la comunidad internacional sobre la existencia de planes desestabilizadores de nuestro Gobierno constitucional, que buscan retornar a una vieja república, elitista y discriminatoria puesta al servicio de intereses foráneos", dijo Héctor Arce, embajador boliviano ante la Organización de Estados Americanos (OEA). Al mismo tiempo, ayer jueves, el ministro de Gobierno de Bolivia, Carlos Eduardo Del Castillo Del Carpio, denuncia que el golpe se venía preparando desde mayo pasado y que ya hay 17 detenidos.
Del Castillo presentó, además, un informe de inteligencia ante la Fiscalía General de Bolivia, y declaró que hay otras personas que participaron del fallido golpe. Para complicar más todavía este extraño Golpe de Estado del que, según el medio argentino Infobae, la Fuerza Aérea no participó, un informe reciente de la Policía de Bolivia identificó a un civil, Aníbal Abel Aguilar Gómez, asesor del destituido general Zúñiga, como la cabeza pensante del extraño Golpe de Estado. Así lo informa el medio boliviano Erbol de acuerdo con documento presentado por Del Castillo.
Un Golpe de Estado único en su especie, por todos los ribetes controvertidos que presenta y del que, seguramente, escucharemos hablar durante mucho tiempo.