25 de November del 2025 a las 08:54 -
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El presidente chileno no aprende nada
Francamente el presidente chileno Gabriel Boric no aprende nada.

(escribe prof. Alejandro Carreño T.) Francamente el presidente chileno Gabriel Boric no aprende nada. Es, como decimos en Chile, un alumno “porro”. La RAE define el término como una persona “torpe, ruda y necia”. Y en lo que respecta a Gabriel Boric, tiene toda la razón. De hecho, como estudiante fue un desastre, tanto así que nunca se tituló. En rigor, tiene estudios universitarios, pero su único diploma es un certificado de Enseñanza Media. Pero esta columna tiene como propósito comentar su papel como Presidente de Chile en sus relaciones internacionales.

Las relaciones internacionales se manejan priorizando los intereses del país. Esa es conditio sine qua non que ningún gobernante debiera ignorar. Cuando se trata del bienestar del país, de su seguridad, de su desarrollo económico, la figura del presidente y de sus asesores en política diplomática adquiere especial relevancia. Por lo mismo, quienes transitan por las relaciones diplomáticas, sobre todo el presidente (en Chile las relaciones diplomáticas son de exclusiva responsabilidad del Presidente de la República), debe dejar de lados sus intereses personales.

Esta es otra conditio sine qua non sin la cual los intereses de la nación y su bienestar van a dar al basurero. Y Gabriel Boric ha mantenido con aliados tradicionales como Estados Unidos e Israel, naciones vitales para la seguridad y el desarrollo científico y económico, desastrosas relaciones que solo han minado los intereses del país. Con otros países de la región, limítrofes, sobre todo, su inmadurez, falta de tino y su exacerbado fanatismo ideológico han dañado seriamente la seguridad y el desarrollo científico.

Sus declaraciones contra el gobierno de Israel y su Primer ministro, Benjamin Netanyahu, han sido agresivas, impropias de un mandatario. Lo mismo respecto de Donald Trump al que persigue en todos los foros internacionales. Por estos días fue el turno del embajador de Estados Unidos, Brandon Judd. Hasta envió una nota de protesta porque consideró que Judd había intervenido en su forma de llevar las relaciones con su país. Pero cuando el régimen venezolano lo trató, no una vez, sino varias veces de “perrito faldero” y otros insultos, el silencio de La Moneda fue vergonzoso.

En realidad, más que inmadurez, falta de tino o fanatismo ideológico, Grabriel Boric sufre de megalomanía. Tiene delirio de grandezas. Su ego, injustificado por lo demás, puesto que ni la carrera universitaria terminó, lo hace verse superior en tamaño y en intelecto. Los chilenos conocemos muy bien quién es. Conocemos su lenguaje, sus delirios y contradicciones. Su sueño de ser figura relevante de la izquierda, por lo menos regional, pero la verdad es que solo ha llevado a la izquierda chilena a su mayor fracaso desde el regreso a la democracia.

Gabriel Boric es, en una palabra: un desastre de presidente como fue un desastre de alumno.

¡Un porro rematado!

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