04 de September del 2024 a las 10:09 -
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El dios-charlatán Nicolás Maduro
Dicen que cada pueblo tiene el gobernante que se merece. Sinceramente no creo que los venezolanos se merezcan algo así.

(escribe  prof. Alejandro Carreño T.) Nicolás Maduro, el dictador venezolano y ladrón de elecciones, no requiere de presentación. El mundo lo conoce de sobra. También conoce de sobra la chifladura que lo identifica como uno de esos dictadores que la historia latinoamericana recuerda con mucha vergüenza, sobre todo por aquellos connacionales que heredaron la desgracia de su memoria grotesca y circense. En su discurso "La soledad de América Latina", con ocasión de su Premio Nobel de Literatura en 1982, Gabriel García Márquez recuerda al mundo a algunos desquiciados de estas tierras latinoamericana.
Como el tres veces dictador mexicano Antonio López de Santana, que hizo enterrar con honores militares su pierna derecha que había perdido en la llamada Guerra de los Pasteles. O el grotesco episodio del general ecuatoriano García Moreno, que estuvo 16 años en el poder, y cuyo cadáver fue velado en su silla presidencial con su uniforme de gala y todas sus condecoraciones. Locuras de dictadores y sus regímenes que muchas veces se convierten en el asesinato masivo de su pueblo, o construyen realidades que perduran en el tiempo como si el tiempo fuese responsable de esas locuras.
 Al primero de este grupo pertenece Maximiliano Hernández Martínez, el déspota teósofo de El Salvador, que exterminó a 30 mil campesinos, pues había "inventado un péndulo para averiguar si los alimentos estaban contaminados, e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para combatir una epidemia de escarlatina", nos cuenta García Márquez. En el segundo grupo de desquiciados y sus obras se encuentra el monumento al general Francisco Morazán que, en realidad corresponde a la estatua del general Ney, comprada en París en un depósito de esculturas usadas y que se halla en la Plaza Mayor de Tegucigalpa.
Nicolás Maduro tiene su espacio en este grupo de chiflados que se creen o lo creen dioses. Pero no son nada más que charlatanes explotadores y asesinos de su pueblo. Le conocemos su talento para comunicarse con Hugo Chávez a través de su "pajarico", que es el correveidile de las ordenanzas que el Comandante le envía desde el más allá. El "pajarico" debe estar muerto o en la UCI, porque hace tiempo que no sabemos nada de él. Pero amante de sus destrozos mentales, quiso eternizar su chaladura con el Súper Bigote. Un muñeco que lo representa como un superhéroe que combate al imperialismo yanqui y a sus opositores internos.
Pero ayer martes 3 de septiembre, la prensa nos informaba que ya no era ni el "pajarico" ni el Súper Bigote. Nicolás Maduro había alcanzado las alturas divinas y decretado la Navidad para el día primero de octubre. "Está llegando septiembre y dije: septiembre y ya huele a Navidad. Y por eso este año en homenaje a ustedes, en agradecimiento a ustedes, voy a decretar el adelanto de la Navidad para el 1 de octubre. Para todos y todas llegó la Navidad, con paz, felicidad y seguridad". Seguramente los venezolanos deben estar felices con la nueva Navidad.
Me imagino que un con un santito con la foto de este dictador de pacotilla que se suma a la lista de payasos truculentos que, para desgracia nuestra, produce generosamente nuestra América Latina.
Dicen que cada pueblo tiene el gobernante que se merece. Sinceramente no creo que los venezolanos se merezcan algo así.
 

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