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(por Aldo Roque Difilippo) En la mañana de hoy fueron sepultados los restos de Shubert Marotta, poeta, concertista, y hace algún tiempo conductor del programa radial “Noctambulisimo”.
Shumart, como le gustaba firmarse, fue fundamentalmente poeta, un individuo noble que transcurrió su existencia creyendo en Dios y en la poesía como vínculo de comunicación. Quienes lo conocimos apenas si pudimos acercarnos a su pensamiento porque era un ser hermético, afectuoso en el trato cotidiano, pero como blindado al entorno. Solíamos encontrarnos en presentaciones de libros o exposiciones, o solíamos verlo con su paso lento por las calles de Mercedes.
Escribió varios libros de poesía, de modesta confección tipográfica pero de algo valor poético. Libros que solía vender personalmente, puerta a puerta entre amigos y sus consecuentes lectores.
“Pienso que es utópico creer que la poesía nos transforma”, expresó Schubert en uno de los pocos artículos en lo que se refirió a la poesía, y que era su forma de ver el entorno. “Es deseable naturalmente que esto suceda, pero en un mundo tan tecnologizado y de base materialista, su poder de incidir en la vida práctica es por lo menos muy relativo. La poesía, en mi opinión, es más bien compensación. Puede servirnos de apoyo y de protección contra los maleficios de la realidad.
Quizá además nos ayude a superarnos, a mejorar nuestra vida espiritual, a pretender la dicha, a preservar lo humano en nosotros.
En cuanto a si “el arte verdadero nace por necesidad” como afirma Rilke, habría que agregar que puede ser así siempre que esté avalado , tenga un respaldo de cierta ilustración, cierto pulimento cultural, a mi entender, imprescindible.
Un poeta tiene valor siempre que lo es en serio, auténticamente. Si es así tiene –por modesto que sea- algo valioso que brindar a la humanidad.
La poesía –escribe Mario Benedetti- es un “drenaje de la vida, que nos enseña a no temer la muerte”.
La poesía pues -vista así- enseña, nos educa en la vida, por más que como ya señalé, su influencia sea relativa en el hoy histórico”.
Murió Schubert Rinaldo Marotta Cáceres, pero quedaron sus poemas, quedó en el recuerdo la imagen de su figura transitando por las calles de Mercedes.
FILOSOFANDO
Schubert Marotta
Cuando la alegría se fosiliza
se hace estéril y se entierra
cuesta luego recobrarla
para seguir con ella construyendo.
Y la necesitamos.
Necesitamos una vida
menos ciega, menos bruta,
colmada de su fuerza innovadora;
de su fruto que queremos infinito.