He hablado mucho de "Los Pica Piedras" la murguita que formó nuestra barra de gurises pobres, allá por los setenta en el barrio Palo Alto. 
Que terminó ensayando en el Club Esparta porque nos echaban de todos lados…
Y como el cantinero del club era muy severo y exigente, no quedaba otra que portarnos bien.
A Ferruco no le teníamos miedo, le teníamos respeto.
Después que Tienda la Campana de Cazzola, nos donará unos metros de tela celeste para hacer los trajes, teníamos dificultades económicas para cubrir los gastos de costura y la tela quedó guardada una semana y no sabíamos cómo y ni que hacer con ella.
Sería fácil culpar a alguno de nuestros amigos que ya no están (como lo hacen hoy, algunas autoridades), pero la decisión fue colectiva.
Era verano y más de uno de nosotros se bañaba en el río con los shorts del Piteta Fedullo, nuestro cuadro de baby fútbol.
Teníamos que escondernos para que Lalo García no nos viera porque pensábamos que igual pedía que se lo devolviéramos en pleno río, cosa que Lalo jamás haría, pero éramos gurises y pensábamos de esa forma.
Así que con esa tela mandamos hacer bermudas para los integrantes de la murga y algún otro que andaba en la vuelta y al igual que nosotros se bañaba con pantalón gastados, cortados en la rodilla.
El Richard Centurión apareció en el muelle de la Cololó con un vaquero viejo con flecos, había copiado de una revista de modas un día que fuimos costeando el río hasta la Pamer y entrar en los galpones para "agarrar" sin permiso revistas del Gráfico viejas y otras de humor, que luego las canjearíamos o venderíamos a precio de nada, en uno de esos puestos de ventas de revistas viejas y usadas que había en muchos barrios.
Al otro día ya era moda en Mercedes, las bermudas de vaqueros con flecos.
Y fue así, que nos quedamos sin tela para los trajes de la murga. 
Realizamos una reunión urgente a la salida del ensayo en la esquina del Liceo, frente a la Taberna, porque faltaban menos de veinte días para subir al escenario del Köster y no teníamos trajes.
"La asamblea" decidió hacer trajes de arpillera, porque no tendríamos dificultades de "conseguir" caso las barracas (había muchas en el barrio) no nos donarán.
Por suerte no fue necesario usar el plano B y conseguimos las donaciones.
Hablamos con Mirela López, una muchacha un par de años (no más que eso) mayor que nosotros, hermana de Zapallito, nuestro redoblante e hijos de Yolanda, un poco también la madre de todos nosotros, para que nos hiciera los trajes con las bolsas de arpillera.
Aparte en el rancho donde vivían por calle Lavalleja, dónde hoy sería frente a la plaza del Encuentro, íbamos todos los días "casualmente" cerca del mediodía.
Porque el viejo Francisco "Chino" o "Patita con espina" López y Doña Aurora, jamás permitirían que nos fuéramos sin comer.
En la olla grande sobre el fuego en el piso de tierra, se cocinaba con abundancia guisos y pucheros de mondongo, cuajo, patas y cabezas de vaca, porque la pobreza enseñaba a ser solidarios y compartir.
Nadie en el barrio podía quedarse sin un plato de comida.
Este febrero de 2023 hace cincuenta años…
Y el destino quiso que justo ayer me encontrara con Mirela, en el terminal.
Después de abrazarla y darle un beso en la mejilla, feliz de encontrarla y verla que está bien de salud me preguntó: 
-  ¿Cuándo hacen el último tablado?
Le respondí que no le entendía y agregó. 
- Me dijeron que me pagarían los trajes después del último tablado.
Y sin esconder la sonrisa y el orgullo recordó "Yo era la modista de los Pica Piedras".
Después nos despedimos, cruzó la plaza Artigas y se perdió entre las calles…
Le respondí al seguridad de la terminal que está bien, después que me preguntara cómo me sentía, al verme lagrimear, porque lo que acabo de contar, ya nada existe… 

Artigas Osores